El “voto útil” sigue vigente
Escribo esta columna antes de conocerse cuáles son las alianzas que participarán en los comicios del 3 de mayo próximo. Por otro lado, la posible candidatura de la presidenta Jeanine Añez podría implicar el cambio político más importante de los últimos meses. Sin duda será una patada al tablero, que obligará a reubicar todas las piezas.
Y mientras las fuerzas de la antigua oposición están pendientes de ello, separadas como están en varias candidaturas, el MAS logró evitar dividirse y el binomio elegido en Buenos Aires por Evo Morales se está consolidando. Luis Arce intentará recuperar a una parte de las clases medias desencantadas de Morales y David Choquehuanca, mantener firme la base indígena y campesina del partido.
El Gobierno se ha dedicado en las últimas semanas a mostrar su rostro más duro y no hizo ningún esfuerzo por intentar, por ejemplo, dividir al MAS. Por el contrario, la retórica polarizante (“narcoterroristas”, “corruptos”, etcétera) terminó unificando al partido de Morales. Había fuertes posibilidades de atizar los problemas internos de esa fuerza, pero el Gobierno optó por una estrategia que ayudó, más bien, a su cohesión. Esa retórica también debe estar alejando a quienes habían votado en el pasado por el MAS, pero estaban molestos con Morales.
El MAS mira ahora, de palco, con su binomio asegurado, cómo sus adversarios ingresan en una champaguerra bastante vergonzosa. Y aspira obtener por lo menos un 30% de los votos, según algunas encuestas.
¿Cómo se dividirá el resto de la votación? En una columna anterior propuse la hipótesis de que el país podría dividirse en tres tercios: el MAS, por el flanco izquierdo, Carlos Mesa, por el centro, y Fernando Camacho, por la derecha. Desde que escribí ese texto, sin embargo, han cambiado las cosas sustancialmente: todo indica que Añez candidateará, lo que le afecta a Camacho, porque ambos competirán por el mismo espacio político. Pero esa decisión también le afectó a Mesa, que perdió a su aliado Luis Revilla. Y Mesa no tenía muchos aliados como para estar perdiéndolos…
También Tuto Quiroga es precandidato, igual que Samuel Doria Medina. El espacio anti-Morales luce muy hacinado. Allí también se encuentra Chi Hyun Chung, el pastor que aspira a tener por lo menos un 10% de los votos.
Todo esto hace pensar que la estrategia del “voto útil” sigue siendo válida hoy como lo fue en las elecciones de 2019. Ante la amenaza electoral del MAS, los ciudadanos contrarios a Morales lo que harán será concentrar su voto en una o dos candidaturas principales. Las otras caerán por debajo del 5%. Ya algo de esto ocurrió el año pasado, y puede volver a presentarse. Intuyo por eso que no habrá mayor dispersión. Los ciudadanos son más inteligentes que los políticos. Vistas así las cosas, en la segunda vuelta ganará un candidato opositor a Morales.
Si esto se cumpliera, el próximo gobierno será de coalición. Nadie puede aspirar a tener mayoría en ambas cámaras (para no hablar de dos tercios) y por lo tanto se requerirán alianzas en el Congreso.
La ciudadanía tendrá entonces que hacer varios controles: uno, que no se repitan los errores del pasado, cuando la “democracia pactada” (que también tuvo virtudes) permitió la corrupción y terminó instalando gobiernos débiles, sólo motivados por el interés político de corto plazo. Dos, que exija que la futura coalición sea coherente, basada en un programa que eluda las divisiones internas. Tres, que de una vez se aliente la construcción del Estado de Derecho en el país. De los abusos de los últimos años se ha pasado a nuevos abusos.
Esta columna fue escrita antes de que la Presidenta Jeanine Añez anunciara su candidatura a la Presidencia de Bolivia.
Crédito: Página Siete
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