Un alemán en el Instituto Pedagógico de Caracas

Para el momento que transcribimos estas líneas el mundo se encuentra acosado por la pandemia Covid-19, un virus que marcará definitivamente la historia del siglo XXI. La cuarentena y otras medidas sanitarias se han convertido en el día a día, algunos países registran muertes en miles, mientras la incertidumbre sobrecoge a la población. Los centros educativos permanecen cerrados, y en sus pasillos ya no se escucha el barullo típico de los estudiantes, entre esas instituciones que hoy se encuentran vacías está el Instituto Pedagógico de Caracas.  

El Pedagógico, como es conocido es una casa de estudio que ya cuenta con más de ochenta años de fundación, luego que el presidente Eleazar López Contreras anunciara su necesaria creación en el famoso Programa de Febrero, más adelante el 30 de septiembre del mismo año (1936), vía Decreto quedaba oficialmente establecido el Instituto Pedagógico Nacional, Alberto Smith realizaría el discurso inaugural el 9 de noviembre durante el inicio de las clases. Desde aquella fecha hasta el día de hoy el trabajo ha sido satisfactorio, excelsos profesores han dictado cátedra en sus aulas y sus egresados han tenido una notable participación en la construcción del proyecto democrático venezolano.

Cuando recorreremos los espacios del Pedagógico, podemos toparnos con una colección estatuaria que ya es patrimonio cultural del país. En el viejo edificio conocido también como el “histórico” se encuentra un busto que las nuevas generaciones no logran reconocer, pasa inadvertido y por momentos se confunde con uno de los pilares que sostienen el edificio, una placa nos indica un apellido poco criollo, Burk.   

Martín Ignacio Burk Wagner, nació en la ciudad alemana de Núremberg (la misma metrópolis que se haría famosa por los juicios a los miembros del gobierno Nazi luego de la Segunda Guerra Mundial), su nacimiento ocurrió un 24 de enero de 1905, hijo de la pareja conformada por Jean Burk y Bárbara Wagner. A los 19 años encontraría una fuerte inclinación hacia los estudios religiosos, en este sentido, ingresaría a la Congregación dirigida por los Salesianos. Abandonaría Alemania para culminar un periodo estudiantil en Italia y Austria, tal parece que el mundo de la religión marcaría el futuro del joven Burk, aquella vocación sería el nexo que lo terminaría trayendo hasta un tropical país del continente americano. 

Ignacio Burk, como es reconocido en la historia venezolana llegó proveniente de Europa en el año de 1925. El país se encontraba bajo los designios político del general Juan Vicente Gómez desde 1908. Burk desembarcaba en Venezuela con una misión religiosa y educativa, 1925 había sido decretado año jubilar por el pontífice Pío XI, se trataba del “año santo de la pacificación y la paz”. Burk trabajaría como docente en dos colegios en Caracas y seguidamente en Valencia (San Francisco de Sales y Don Bosco de Valencia).

Durante dos años estaría en el actual Estado Amazonas, no obstante, tiene que regresar a Caracas enfermo de paludismo, luego de una incansable labor como profesor en la selvática región del sur. Aquel joven que había llegado a Venezuela en 1925 terminaría por radicarse definitivamente, incluso obtendría la nacionalidad en 1940. Su conexión con el Pedagógico de Caracas (antiguo Instituto Pedagógico Nacional) llegaría en 1946 cuando ingresa como estudiante de pregrado. Ya en 1949 obtendría el título que lo calificaba como docente en áreas como: biología, química, filosofía y psicología. 

La década de los cincuenta trajo cambios importantes en su vida, tras abandonar los hábitos sacerdotales y contraer nupcias con Eleonor Geissler, pasa casi diez años en el oriente del país y finalmente se traslada a Caracas, ciudad que se convirtió en su hogar definitivo. Es allí cuando vuelve al Pedagógico en 1960, ahora con el rol de profesor. Su destacada labor lo lleva a ocupar las cátedras de Antropología Filosófica, Psicología y Teorías Psicológicas, también cumplió funciones como Jefe del Departamento de Pedagogía.  

Su labor como investigador también fue notable, entre sus obras se encuentran: Muro de Dudas; Historia filosófica de la psique; Filosofía: una introducción actualizada; La soledad histórica del hombre; Tomás de Aquino, y otras. El 2 de julio de 1984, en la ciudad que lo había adoptado como uno de sus hijos, muere Ignacio Burk a los 79 años, dejando un legado importante en la institución que hoy le honra con un busto de bronce en el patio central del Edificio Histórico

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