Abend, más allá de la peste totalitaria

Polaco de Jarosław por accidente y venezolano de siempre por sentimiento, Harry Abend ha emprendido – recientemente – otros caminos.  Quizá porque la muerte es el dato recurrente y censurado del país que recibió una pandemia, afectado ya por otra de larga incubación y desarrollo, no hubo mayores manifestaciones públicas de pesar.

El artista que también contribuyó a modelar los espacios abiertos y comunes, aún presente en muchos hogares, fue parte de la vanguardia múltiple que nos explicó a partir de los sesenta del veinte,  universalizándonos más allá del petróleo. No  siempre se sabía del nombre exacto de estos vanguardistas de varias escuelas, pero la Venezuela de entonces estuvo familiarizada con sus obras inscritas en el paisaje cotidiano.

Abend llegó a la ciudadela del arte, cuando ya se le reconocía como un referente  ineludible: en la UCV tallada por Carlos Raúl Villanueva, inadvertidamente, ejercitamos  otra mirada a la realidad, hoy prohibida. En las galerías oficiales y privadas, lo transitábamos y, por cierto, aunque no hubiese la posibilidad de adquirir una pieza para llevarla a casa, adquiriendo – igualmente – el costoso deber de resguardarla, nos bastaba con disfrutarlo en las frecuentes exposiciones prácticamente prohibidas, desde muy antes del Covid19 al que ahora  impunemente nos exponemos.

La llamada prensa cultural, acaso, pródiga como otros géneros noticiosos, sólo ahora se ocupa de la vil propaganda policial y  política que conjuga el madurato de las mafias. Por supuesto, no hay pincel ni cincel que le sobreviva y, tan sólo nominalmente, se encuentra arte en este rincón del mundo, como inversión de los clanes privilegiados del régimen.

Sobre Abend, supimos meses atrás por unos comentarios digitales que nos permitimos con Humberto Villalobos, a quien le agradecemos las fotografías compartidas. Del artista recobraremos la memoria, cuando toda esta peste totalitaria haya pasado.