Control Civil de las Fuerzas Armadas
En las democracias occidentales, las instituciones políticas y sus diseños constitucionales han permitido el efectivo control civil sobre las fuerzas armadas, es decir, que el poder militar se subordine a la autoridad legítima, a las leyes y asuma un rol profesional al servicio del conjunto de la nación. Es más fácil describirlo que lograrlo, pero lo deseable es que las armas se silencien frente al derecho.
En Venezuela, tras el fin de la guerra de la independencia y la separación de Colombia, los militares asumieron el poder político y, pese al carácter republicano de las distintas constituciones, la elección del Presidente de la República respondía más criterio de que ese cargo era el último de la carrera de las armas antes que a la elección por voto universal, secreto y directo. De hecho, el que los venezolanos eligieran a un presidente con el voto solo fue posible tras el 18 de octubre de 1945, más de un siglo después de lograda la independencia.
La constitución de 1961, aprobada tras el fin del gobierno de Pérez Jiménez, instauró el procedimiento bajo el cual los ascensos militares fueran facultad del Congreso de la República, es decir, de los civiles. Ese procedimiento fue ejecutado hasta 1999 dado que la nueva constitución aprobada aquel año eliminaba esa prerrogativa del Congreso y, aún más, le permitió votar a los efectivos militares. Esto último es la raíz de la total ausencia de la obediencia y subordinación del poder militar al poder civil. Las Fuerzas Armadas deben ser un cuerpo esencialmente profesional, al servicio de la seguridad e integridad de la nación, no servir a ninguna parcialidad, pero al permitirles el voto se les autorizó a cuestionar la autoridad que las leyes otorgan al poder civil.
En la actualidad, debemos reflexionar. ¿Qué tanto poder tienen los militares en Venezuela? ¿Es adecuado que muchos cargos públicos anteriormente ejercidos por civiles sean ejercidos por militares? ¿Por qué no podemos tener un civil como ministro de la defensa? ¿Por qué la Asamblea Nacional no discute la autorización o no de las operaciones militares conforme a la letra constitucional? ¿Es compatible la democracia con el predominio de los militares en los asuntos públicos?. Son muchas preguntas y pocas las respuestas.
Las fuerzas armadas son sumamente importantes para la Venezuela de hoy, sin ellas es dificil imaginar como combatir el narcotráfico, las guerrillas, el terrorismo y preservar la integridad territorial. No obstante, las decisiones sobre cómo el Estado venezolano debe combatir todas esas amenazas son deliberaciones que corresponden a los civiles, a los militares corresponde la obediencia y la subordinación a la autoridad legítima, la que nace de la voluntad popular expresada en votos con soporte en el derecho. Todo poder sin control es arbitrario y eso es lo que nos sucede cuando las fuerzas armadas se desprendieron de todo control civil durante los últimos 20 años. Reitero, reflexionemos.
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