Las deudas con la urbanización Libertador
Tras una invitación de unos vecinos, me trasladé a la urbanización Libertador, ubicada en Tocuyito (municipio Libertador, edo. Carabobo) para conocer sus expectativas y necesidades en relación a la calidad de la prestación de servicios públicos. Espero que las autoridades municipales, regionales y nacionales puedan usar la información que relataré y tomar los correctivos pertinentes.
En principio, desde la mismísima entrada de la urbanización, me encuentro con una sede de Mercal abandonada e inoperativa desde hace cinco años. Los vecinos me informan que, a veces, ven a los trabajadores que entran y salen, pero desde hace un lustro no funcionan esas instalaciones. Le pregunté a los vecinos ¿entonces reciben sus alimentos vía bolsa del CLAP? La respuesta fue que las bolsas de CLAP llegan cada tres o cuatro meses. Precisamente, en un contexto de vulnerabilidad como el actual, donde la pandemia obliga al confinamiento, sería adecuado que tales servicios sean reactivados con la frecuencia prometida, es decir, cada 15 días, como muchas veces fue prometido más nunca cumplido.
Por otro lado, los vecinos del sector 1 de la urbanización Libertador me reportan que llevan desde septiembre del año pasado sin recibir el servicio de gas doméstico. Ya estamos en mayo, la obvia desesperación obligó a los vecinos a cocinar con leña y “caracolitos” eléctricos y esto supone riesgos para la salud respiratoria para las familias y dificultades para la adecuada cocción de los alimentos. La empresa Gas Drácula, dependiente de la Gobernación del Estado Carabobo, debería tomar nota de estos inconvenientes y resolverlos con prontitud.
Quizá el problema que más preocupa a los vecinos es la falta de agua. Los habitantes del sector 1 y las áreas circundantes deben caminar largos trechos desde su casa hasta otro sector donde una amable vecina tiene una toma disponible. Es lamentable que personas de todas las edades deban llevar a cuestas perolitos y envases de todos los tamaños para hacerse de algo de agua siendo este servicio, además de vital, un derecho humano internacional y nacionalmente reconocido. La solución no es un camión cisterna, muchas veces con costos impagables, el deber ser es que el agua llegue por las tuberías en la cantidad y calidad adecuada. Eso no es un regalo o una limosna, eso es un derecho.
Un vecino con mucha chispa y buen humor me dijo que “si no los agarra el chingo, los agarra el sin nariz” y, en efecto, si con mucho esfuerzo encuentran la comida, no tienen gas y si resuelven con leña puede que no tengan agua para la cocción o para beber. ¿Estos asuntos son problemas ideológicos? ¿En algo puede cambiar esta realidad si nos ponemos a hablar de socialismo o capitalismo? La única solución posible a estos problemas que presentan los vecinos de la urbanización Libertador es que las autoridades competentes cumplan con sus funciones, nuestra labor desde esta humilde tribuna es dar a conocer a la opinión pública lo que vive la ciudadanía.
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