Carta a un perro
Querido perro, ¿cómo estás? Espero que bien. Escribo para darte una buena noticia. Ya decidí qué quiero ser en mi próxima vida cuando reencarne. Quiero ser un perro como tú.
He estado viviendo mi vida de humano y la verdad es que uno debe esforzarse demasiado para estar medio cómodo y relajado. En cambio, mírate a ti. No debes hacer nada y te recompensan con días de relax, comida, siestas, paseos por el parque y mucho consentimiento. Yo llevo tres días durmiendo cuatro horas y no he ido al parque en semanas. Sólo me parezco a ti, en que a veces me gritan que estoy pasado de perro.
A todas estas, se me ocurrió la idea de no esperar a la reencarnación y empezar a tener una vida de perro ya mismo. Pensé que sería más fácil. Entonces dormí hasta tarde como tú, pero mi jefe me llamó armándome un rollo. Luego me levanté y me serví un plato de cereal así seco, sin leche y qué va. Casi me atraganto.
Después me di un autopaseo. Salí del apartamento y me monté en el ascensor. Empecé a ladrar, igual que tú, y los vecinos me comenzaron a poner mala cara. Me dio pena porque además estaba en el ascensor la vecina más bella del edificio. Para que no se pusiera brava conmigo, le comencé a lamer el zapato y después le abracé la pierna y comencé a hacerle perreo en la canilla. ¡Mala idea! La mujer me comenzó a caer a carterazos y luego se fue gritando y tomándome fotos con su celular. Y que me iba a acusar de acoso, dijo.
Yo no le paré mucho y me fui caminando hasta el parque. En el camino, me paré a la orilla de la calle y comencé a hacer número uno porque no me aguantaba más. Luego caminé un poco más y, relajadito, hice número dos. A los minutos llegó una patrulla de la policía con la sirena prendida, se bajaron dos agentes, me agarraron, me montaron en la patrulla y nos fuimos. Comenzamos a rodar y a los diez minutos de estar en la vía, qué va… No sé qué me pasó. Comencé a vomitar del mareo. Los dos policías se pusieron furiosos conmigo, enrollaron un periódico y me empezaron a dar nalgadas mientras me ponían la nariz en el vómito. De la rabia, de repente dieron la vuelta, se fueron a una perrera municipal y me dejaron ahí.
Ahora estoy aquí, encerrado, escribiéndote esta carta mientras espero que alguien venga y me adopte. De momento, estoy acompañado de un poco de perros que me gruñen todo el día. Estoy pesando decirles a los guardias que ya no me llamo Toby, sino Reuben Morales y que tengo cédula y todo.
Espero recibas esta carta para que la leas o te la lean. De momento, yo desistí de esa idea de querer reencarnar en perro. Espero más bien reencarnar en una persona billonaria. Si de casualidad tú estás pensando reencarnar en alguien, reencarna en quien quieras, menos en mí. No vaya a ser que siendo yo, te den ganas de reencarnar en perro, luego decidas apurar el proceso, vivas todo lo que me pasó en estos días y más bien tomes una decisión mucho mejor: Reencarnar en un billonario.
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