Lo que callamos los que hacemos home office

¿Pensaban que nuestro secreto más grande era trabajar en pijamas? Por favor, eso es parte del
nivel básico. Por eso -y en contra de la voluntad de muchos colegas “homeofficeros”- hoy saco a la
luz pública una serie de secretos clasificados que durante meses mantuvimos celosamente
guardados, para evitar la catástrofe más grande de todas: que nos enviaran nuevamente a trabajar
a nuestras oficinas. Se trata de un código de conducta oculto que habría establecido hace un
tiempo el sindicato de trabajadores en home office. He aquí el estatuto:


Un “homeofficero” no almuerza más temprano que los trabajadores de planta por estar cerca de
su cocina, no. En realidad, almuerza más temprano porque después de comer suele tener
agendada una de las reuniones más importantes de su jornada: la reunión con su cama para darse
una buena siesta.


Un trabajador en home office no rinde más por estar en casa y no salir a trajinar por la ciudad, no.
Por el contrario, rinde más porque si debe comenzar a trabajar a las 8:00 am, se despierta a las
7:59.


Un “homeofficero” aprovecha sus descansos para tomar pausas activas (pero porque se pausa él y
se activa su perro que se está reventando de las ganas de ir al baño). Es por ello que, a golpe de
diez de la mañana, muchas ciudades del planeta ahora son inundadas con un ejército de perros
que son paseados por humanos en pijamas (que además son mal vistos por otros trabajadores
normales que piensan que son multimillonarios desocupados).


Un trabajador en home office tiene dos y tres trabajos al día. Pero esto no es porque tenga dos o
tres clientes. Es porque mientras atiende una reunión virtual de trabajo, también lava los platos
que dejó sucios la noche anterior.


Un “homeofficero” es un trabajador más concentrado. Pero eso no se debe a que tiene menos
distractores que alguien que vaya a la oficina; para nada. Se debe a que debe concentrarse más
porque a veces atiende reuniones virtuales al mismo tiempo que está vaciando el carrito del
supermercado para pasar las compras por la caja registradora.


Un trabajador en home office es un buen gestor de crisis, porque mientras lo ves muy sonriente y
presentable en su cuadrito de video de una reunión virtual, con una mano está haciéndole señas a
su hijo para que se quede tranquilo, en las piernas tiene acostada a su mascota, en la cocina tiene
montado un arroz y si tiene el micrófono silenciado, es porque el vecino está taladrando. ¡Ah! Y si
en la reunión virtual pone un fondo detrás de sí de una aurora boreal en Islandia, es porque tiene
la casa más desordenada que el cabello de Carlos Vives.


Y sí… probablemente muchos colegas “homeofficeros” me crucifiquen públicamente tras leer este
artículo. Pero qué más da. Son secretos que tarde o temprano todos iban a descubrir. Sobre todo,
porque ya son varios los que me vieron en mi entrenamiento de natación con mi celular metido en
una bolsita para que no se mojara mientras escribía este artículo.

Reuben Morales
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