Cómo despertar a su hijo para ir al colegio
Despertar a un hijo para ir al colegio es un difícil arte que solo han logrado dominar muy pocas
personas en la historia. Un ejemplo de ello es la Madre Teresa de Calcuta, cuyo gran secreto fue
aplicar una sencilla técnica mejor conocida como “nunca tengas hijos”.
Pero quienes tenemos los nuestros, sabemos que despertarlos en la mañana para ir al colegio es
una tarea tan complicada, como negociar con un secuestrador (que además esté tratando de
despertar a su propio hijo). Sin embargo, con los escasos años que llevo levantando a mi hijo en las
mañanas para ir al colegio, he conseguido una pequeña fórmula un poquito compleja, pero que
nunca me falla. Mire:
Si quiere despertar a su hijo para ir al colegio, debe comenzar por ser muy sigiloso y delicado;
abordando su cama con mucho tacto mientras susurra un amoroso “Buenos díaaaaaas”. Si esto no
funciona, pase a la segunda fase, que consiste en decir el mismo “Buenos díaaaaaas”, pero con
una leve caricia en la cabeza de nuestro hermoso hijo. Si no funciona, entonces diga “Buenos
díaaaaaas”, le soba la cabeza y le da un besito en el cachete (pero le clava los cañones de la barba
disimuladamente a ver si se despierta). Si no ve ningún resultado, entonces exclame “¡¡Buenos
díaaaaaas!!”, mientras le hace cosquillas en la planta de los pies.
Si su hijo ni se inmuta, grite “¡¡¡Buenos díaaaaaas!!!”, mientras le arranca la sábana de encima
para que se muera de frío. Si el condenado ése no se levanta, préndale la luz del cuarto y después
póngale la linterna de su celular en la cara. ¿Se hace el loco? Entonces ponga un video de YouTube
de Nicolás Maduro a todo volumen. ¿¿¿Nada todavía??? Entonces jálele las patas para que piense
que entró un espanto al cuarto.
¿Aún sigue falto de tacto con usted, que se levantó una hora antes para prepararle el desayuno?
Entonces empape sus manos y salpíquele gotas de agua en la cara para que crea que está en una
tormenta en altamar y se despierte. Si ahora comenzó incluso a roncar, entonces móntese en la
cama y salte sin miedo, como si estuviera en la cama elástica de una fiesta de cumpleaños. ¿¿Sigue
inmóvil?? Entonces agarre las medias sucias con las que usted hizo ejercicios ayer y colóqueselas
en la nariz. Aún como la bella durmiente, ¿no? Entonces martille la pared que está al lado de su
cama para ver si el dulce sonido de los martillazos rompe el hechizo de su abrazo con Morfeo.
Si ahora se da la vuelta y se vuelve a arropar, entonces meta los timbales que compró para
aprender a tocar salsa y ejecute el solo del tema Cuero na’ má’. Si luego de esto comenzó a
babearse dormido, entonces infle una bolsa de plástica de supermercado y explótela. ¿¿¿Todavía
sigue como una piedra??? Entonces llame a los bomberos con la excusa de que hay un incendio en
el cuarto de su hijo para que lleguen de inmediato, metan la manguera en el cuarto y le echen un
chorro de agua a alta presión.
¡Ahora sí! Verá cómo su hijo despierta con el mejor de los ánimos posibles (y además, bañadito).
Claro, pero como después de bañarse hay que cepillarse los dientes, tranquilo, no se preocupe. No
hay que rezarle a la Madre Teresa de Calcuta, ni nada de eso. Para ese caso en especial, le tengo
otra fórmula muy facilita y sencilla. Y lo mejor de todo es que nunca me ha fallado. ¿Tienen cinco
minutos?
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