La universidad bajo los llamados autoritarismos competitivos

Por estos días, añadido a sus persistentes y  claros afanes autoritarios, Viktor Orbán, el mandamás de Hungría, ha suscitado una mayor inquietud por esa alianza tan particular que tiene con Vladimir Putin,  convirtiéndose en un obstáculo para que Suecia y Finlandia ingresen a la OTAN (The Guardian / USA, 14/04/23).  Consabido, bastantes limitados nuestros medios,  no estamos familiarizados con el húngaro, patente adversario de la democracia liberal.

Recordando la referencia, volvimos a  Anne Applebaum, quien reseñó a Orbán como enemigo de la universidad libre, negándole el financiamiento a los departamentos políticamente distanciados, quedando bajo el control directo del gobierno la Academia de Ciencia de Hungría (“El ocaso de la democracia. La seducción del autoritarismo”, Debate, Barcelona, 2020: 133). Muy afín a la estirpe de los llamados autoritarismos competitivos,  el régimen  se ha valido de la corrupción y de un esmerado uso de la ingeniería electoral, por lo que nada extraña que las casas de estudios superiores sufran todas las nefastas consecuencias. 

El gobierno populista de derecha ha privatizado el mayor número de instituciones universitarias que le ha sido posible, a favor de fundaciones que comparten una semejante orientación política e ideológica respecto al Fidesz, el partido oficialista. Prosigue la nota, la universidad pública constituye una rareza (El País, Madrid, 03/01/23).

Se dirá que, en el caso venezolano, bajo el predominio del autoritarismo competitivo, el caso es diferente al tratarse de un populismo de izquierda.  No obstante, condicionadas las universidades privadas al extremo, y forzadas las públicas a las remodelaciones caprichosas de las empresas contratistas de la clase gobernante, lucen similares las consecuencias: el inequívoco control del aula superior, bajo la derrota contundente de toda tendencia o fuerza contestataria. 

Ojalá los expertos en la materia, puedan orientarnos sobre el modelo universitario bajo los autoritarismos competitivos.  Acá, llevándose por el medio nuestra particular tradición autonómica, parece más eficaz el venezolano que seguramente coincidirá con el húngaro en la  lenta, pero segura e importante desaparición de la sociedad de la información y del conocimiento estratégico.

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