Pasar lista de asistencia en un reencuentro del colegio
Cuando uno estaba en el colegio, la lista de asistencia se pasaba por orden alfabético. Uno escuchaba: “Acosta… Álvarez… Angulo…” y susurraba alguien: “¡Que le pica el culo!”.
Pero pasan los años, crece la nostalgia y hasta el mismo Angulo extraña esos momentos en que su apellido traía felicidad al resto de la clase. Por eso mismo se dan los reencuentros. Que, si pudiésemos definir “reencuentro del colegio” en el Diccionario de la Real Academia, propondría: “El espejo que mejor muestra cuán viejo te has puesto”.
Y es que hace días estuve en un reencuentro de mi promoción, en donde me di cuenta de que la lista de asistencia ya no se pasa por apellido. Más bien se termina pasando es por categorías como las siguientes:
“¿Quiénes eran los que estaban buenotes y ahora envejecieron feos?”. Son esas personas con las que uno tenía fantasías en el colegio, pero que ahora te las encuentras en la calle y, de solo verlas, pegas un brinco como cuando recibes un pago y debajo ves el total de retenciones que te hicieron.
“¿Quiénes eran feos, pero ahora están buenísimos?”. Son esos con los que -incluso sabiendo lo bellos que se pusieron ahora- evitas tener un romance para que no digan que estás con Betty La Fea.
“¿Quiénes salieron del clóset?”. Son los que, definitivamente, saben dónde está la fuente de la juventud, porque mientras todos los heterosexuales del salón estamos calvos, gordos y canosos; ellos parecen haberse graduado ayer. Y digo ayer no solo porque se vean lozanos, sino porque ya no se llaman Alejandro, sino Alejandre.
“¿Quiénes se hacen los locos y te ignoran cuando los ves ahora?”. Son quienes adoptan esa estrategia cuando saben que los del colegio conocen un secreto de su pasado que pudiese arruinarles su reputación actual. Ocurre con personas que ahora se presentan como Andrea, cuando todos los del colegio saben que en verdad se llama Wilbexis Andrea.
“¿Y qué es de la vida del nerd del salón?”. Así como el patito feo se volvió bonito, el patito rechazado ahora es el popular de la promoción. Es que su cerebro le hizo tener mucho dinero, yates y apartamentos en la playa. Por eso, todos los del colegio ahora padecemos de Alzheimer colectivo y negamos cualquier bullying que pudimos haberle hecho al nerd del salón, con tal de conseguir un paseo en su yate.
“¿Y qué es de la vida de fulano que se desapareció?”. Son los que nunca abrieron cuentas de redes sociales y cada vez que alguien se entera de algo sobre ellos, se genera la misma reacción como cuando alguien te dice: “¡No me lo vas a creer! Estaba en un café y me encontré a Shakira… ¡Almorzando con Piqué para hacer las paces!… ¡Y estaba Clara Chía!… ¡Y los niños!”.
“¿Y es verdad que fulano se enchufó con el gobierno?”. Estos nunca fueron delegados de curso, ni extrovertidos, ni organizaron la más mínima recolección de firmas para que repitieran un examen. Sin embargo, ahora hacen política. Y lo más curioso es que nunca usaron una camisa del Che Guevara, ni eran hippies, pero ahora trabajan con el gobierno que defiende los derechos del pueblo (del pueblo que tiene su mismo apellido y es su familia).
“¿Y ya se vieron con el médico de la promoción?”. Que, en el caso de la mía, ese médico terminó siendo ginecólogo y varias de la promoción ya son sus pacientes. Ahora estamos preguntándole a él si quiere abrir un grupo de Whatsapp paralelo para que nos comparta las fotos.
Entonces, así fue como pasamos la lista de asistencia en el reciente reencuentro que tuve con la gente de mi colegio. Aunque luego de develarles a ustedes toda esta información, no me extrañaría que en el próximo reencuentro pase la lista de asistencia Angulo y diga: “Martínez… Mendoza… Morales… ¡Que del grupo de Whatsapp te sales!”.
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