Munilla y el liderazgo

El liderazgo constituye un fenómeno muy natural, aunque – por una parte – haya técnicas que lo apuntalen, y – por la otra – se diga de un asunto de imposible factura colectiva con la ya remota excepción del equipo futbolístico de Brasil en el Mundial de México, por 1970. Sin dudas, en los últimos tiempos, las redes digitales y el intenso desarrollo del mercadeo, ha consagrado una suerte de liderazgo que, por artificial, nos ha expuesto a muchos riesgos y peligros, predestinándonos al fracaso.

Agentes por excelencia de socialización, los partidos políticos del siglo XX también destacaron en Venezuela por sus cursos o cursillos de formación ideológica, fundamental y tempranamente de sus cuadros juveniles. Realmente, cubrían las distintas facetas del obrar  político, entre ellas, la del perfeccionamiento del liderazgo como talento y vocación, además de los elementos doctrinarios, la propaganda, la oratoria, etc.

Frecuentemente, los partidos organizaban sus cursillos con personal propio, debidamente adiestrado, y los recursos materiales de los que podía disponer. No había, como ahora, fundaciones especializadas, nacionales o extranjeras, capaces de atender, incluso, a entidades de visiones y postulados contradictorios, como ocurre ahora.

Únicamente el tiempo, permitía el descubrimiento, reconocimiento y desarrollo de los liderazgos también competitivos, revalidando aptitudes. Cierto, era una suerte de pesca de arrastre que tenía como saldo definitivo la conformación de una escuela de ciudadanía, aunque no todos se inscribieran formalmente en el partido, persistieran en él, aspiraran en el futuro a cargos y responsabilidades públicas y de representación. 

El otro saldo, combinadas las actividades proselitistas con los cursos, a veces, en las más difíciles circunstancias, generaba una extraordinaria mística. Y, muy jóvenes, recordamos la emoción y poderosa atracción que creó en nuestro grupo un libro de Lebret y Suavet,  “En el combate del mundo”, si mal no recordamos el título, destacando el compromiso, características y retos para el militante cristiano.

Todo esto, prácticamente ya no existe en Venezuela, siquitrillados los partidos y la ciudadanía como un legítimo hecho social y sociológico, bajo el socialismo del siglo XXI. Por ello, accesible a quienes dispongan de los mínimos medios digitales, nos impresionó y celebramos que el activísimo obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, conferenciara recientemente sobre el liderazgo cristiano (https://www.youtube.com/watch?v=ph0HOxGbULA&list=PLXsG2KWUim65G1jn33j6Z5CNUdShiCKCe&index=27&t=245s): es necesario y urgente reintroducir a las nuevas generaciones en ámbitos que les son desconocidos, y, creyentes o no,  le permitan comprometerse con un ideario de libertad.

Fuerza moral, lenguaje comprensible, equilibrado, auto-realizador,  trascendente, servicio, maduro,  integrador, eficaz,  realista, valiente, son algunas de las propiedades que monseñor Munilla concede al liderazgo auténtico. Y de esto deben tomar consciencia las nuevas generaciones para contribuir a la superación del régimen y acometer la empresa de reconstrucción nacional. 

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