Las caídas desde el muro fronterizo dejan a los migrantes con lesiones devastadoras y costosas
A diario, las ambulancias los llevan a hospitales en El Paso, Texas; San Diego; y Tucson, Arizona, mientras se retuercen de dolor con fracturas expuestas de brazos y piernas, cráneos rotos, columnas destrozadas. Los hombres y mujeres llegan en camillas flanqueados por agentes con el uniforme verde de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
“Los veo y ya sé que es otra caída desde el muro”, aseguró Brian Elmore, médico de urgencias del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Tecnológica de Texas en El Paso.
Esos pacientes son migrantes que impactaron contra el suelo cuando intentaban escalar el muro que separa a México y Estados Unidos en largos tramos de la frontera.
En los últimos años, en un intento por detener la inmigración no autorizada, el gobierno de Estados Unidos ha ampliado la longitud y la altura de las fortificaciones, y el gobierno de Biden autorizó un nuevo tramo. Pero muchos inmigrantes no se han dejado intimidar por las barreras y, para cientos de ellos, el resultado han sido lesiones incapacitantes que requieren varias operaciones quirúrgicas, según médicos que trabajan en hospitales estadounidenses cerca de la frontera.
El presidente Donald Trump, quien convirtió “el muro” en un elemento central de sus planes migratorios, ordenó la construcción en California de una barrera de bolardos de acero de doble capa y 9 metros de altura para remplazar más de 640 kilómetros de cerca cuya altura oscilaba entre dos metros y medio y cinco metros de altura.
Desde que se completó el proyecto en 2019, el número de pacientes ingresados por caída en el muro al centro de traumatología de la Universidad de California San Diego Health se ha multiplicado por siete, a 311 en 2022. Este año, se espera que ese número supere los 350, según el hospital, el cual declaró que el número de muertes por caídas entre 2016 y 2019 pasó de cero a 23 desde entonces.
No existe un recuento completo de las lesiones y muertes relacionadas con el muro, pero los médicos que laboran a lo largo de la frontera han estado intensificando sus intentos de monitorear y estudiar las lesiones y muertes relacionadas con las caídas. Afirman que el aumento en los últimos años es significativo, incluso teniendo en cuenta el aumento de las detenciones en la frontera, y que la afluencia de pacientes gravemente heridos está sobrecargando los hospitales estadounidenses en la zona fronteriza.
Atender a los pacientes puede imponer una carga financiera considerable porque los inmigrantes por lo general carecen de seguro, pero a menudo requieren de cirugías complejas y atención hospitalaria prolongada.
“El problema está empeorando cada vez más y el sistema hospitalario está sufriendo un gran impacto”, dijo Jay Doucet, jefe de la unidad de traumatología de UC San Diego Health, que está a unos 24 kilómetros del cruce fronterizo Tijuana-San Ysidro.
El costo de atender a pacientes migrantes en los dos centros de traumatología de San Diego —UC San Diego Health y Scripps Mercy Hospital— ha aumentado de 11 millones de dólares entre 2016 y 2019 a 72 millones entre 2020 y junio de 2022, la última cifra disponible.
La actual red de barreras, que data de la década de 1990, comenzó durante la presidencia de Bill Clinton, y desde entonces cada gobierno ha erigido barreras. “El muro” fue un elemento central de los planes de Trump para la inmigración.
El presidente Joe Biden, quien derrotó a Trump en 2020, se había burlado del intenso énfasis que Trump puso en el muro. Sin embargo, Biden autorizó hace poco una ampliación de las barreras en el sur de Texas, alegando que su gobierno no podía bloquear el uso de millones de dólares asignados por el Congreso en 2019 para la construcción del muro. Pero Biden también ha estado bajo presión para adoptar una línea más dura en materia de inmigración ilegal, la cual ha mermado los recursos del gobierno y alimentado las críticas al presidente antes de las elecciones de 2024.
Trump, el favorito para la candidatura presidencial republicana, y los asesores que trabajaron con él cuando estaba en la Casa Blanca, han estado trazando un plan para reactivar muchas de las iniciativas antiinmigración de su gobierno y, en algunos casos, tomar medidas aún más agresivas.
Los agentes realizaron más de 2,4 millones de detenciones en el año fiscal que finalizó el 30 de septiembre, un récord en un momento en el que más personas que nunca huían de sus países de origen por una confluencia de razones, como agitación política, crisis económica y condiciones climáticas extremas.
Cuando se le pidió que comentara sobre las caídas desde el muro y su efecto en los hospitales fronterizos, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por su sigla en inglés) dijo en un comunicado: “El mensaje de la CBP para cualquiera que esté pensando en ingresar ilegalmente a Estados Unidos por la frontera sur es sencillo: no lo haga. Cuando los inmigrantes cruzan la frontera de manera ilegal, ponen sus vidas en riesgo”.
Adam Hosein, profesor asociado de filosofía en la Universidad Northwestern, quien estudia la ética de la política fronteriza, dijo que los migrantes que habían cruzado desiertos y selvas para huir de una vida de privaciones actuaban bajo “extrema coacción” para el momento en el que llegaban a las puertas de Estados Unidos.
“Estas son personas dispuestas a arriesgarlo todo para llegar aquí”, dijo Hosein, autor de un libro sobre la ética de la migración. “El muro está teniendo poco o ningún efecto y al mismo tiempo está causando daños extremos, de los cuales Estados Unidos es responsable”.
Rosmarie Cepeda, de 40 años, llegó a Ciudad Juárez, México, a principios de mayo luego de una travesía de meses, procedente de Venezuela. Dijo que intentó usar la aplicación móvil del gobierno de EE. UU, para hacer una cita e ingresar a El Paso por un puerto fronterizo oficial. Pero la demanda de turnos es tan intensa que no consiguió una y decidió arriesgarse.
Cepeda, madre tres hijos que debe mantener en Venezuela, dijo que no tuvo opción más que trepar el muro.
Al caer hacia la oscuridad, Cepeda se desplomó al suelo y se hizo añicos el pie y la parte inferior de la pierna izquierda. La llevaron a un hospital de El Paso donde se sometió a varias cirugías para enderezar y componer sus huesos. Estuvo meses en silla de ruedas.
Alexander Tenorio, neurocirujano de la Universidad de California en San Diego, ha operado a migrantes con laceraciones en el cuero cabelludo que llegan hasta el cráneo. Otros sufrieron daños cerebrales que afectaron permanentemente su capacidad para hablar, caminar y cuidar de sí mismos. Muchos necesitaron intubación para respirar, tuvieron que someterse a varias cirugías y permanecieron durante meses en el hospital.
El año pasado, la Universidad de California en San Diego tuvo que convertir una unidad de posparto en una sala para las víctimas del muro fronterizo. La atención a migrantes gravemente heridos ha afectado la atención a la población local. Por ejemplo, el tiempo de espera para los procedimientos de columna aumentó de tres días a casi dos semanas.
“Esto es solo en nuestro centro, y solo atendemos traumatismos graves”, dijo Tenorio, quien testificó ante el Congreso en julio y es coautor de tres artículos sobre lesiones neurológicas traumáticas asociadas con la altura elevada del muro.
“Es una historia desgarradora y desconocida de sufrimiento humano innecesario”, afirmó.
Los coyotes a menudo colocan escaleras improvisadas contra el muro del lado mexicano, las cuales mantienen en su lugar mientras los migrantes llegan a la cima. Es en el descenso, aferrándose sólo a los barrotes del otro lado, a menudo de noche, que los migrantes a veces resbalan o se sueltan demasiado pronto y se precipitan desde alturas peligrosas hacia suelo estadounidense.
A lo largo del sector de El Paso, un tramo de 418 kilómetros de la frontera donde las barreras varían en altura de 5 a 9 metros, las fracturas de las extremidades inferiores son las más comunes y, a menudo, resultan en varias fracturas de huesos que requieren más de una cirugía.
“En la población general se ven estas lesiones en accidentes automovilísticos o de motocicleta, pero nada comparable con la frecuencia que se ve aquí”, dijo Rajiv Rajani, presidente de cirugía ortopédica y rehabilitación del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Tecnológica de Texas en el El Paso y coautor de un estudio reciente sobre caídas fronterizas.
Debido a que la mayoría de los migrantes no reciben atención de seguimiento, como fisioterapia o rayos X, vitales para lograr una recuperación completa, explicó Rajani, las lesiones a menudo terminan siendo “de por vida”.
Erwin Gomez, de 26 años y originario de Venezuela, perdió el agarre cuando se deslizaba por el muro cerca de El Paso la primavera pasada. Se aplastó el antebrazo izquierdo.
Unos agentes de la Patrulla Fronteriza lo llevaron a Texas Tech Health donde fue sometido a dos cirugías. Le insertaron placas y tornillos para estabilizar los huesos y permitir que soldaran. Le graparon la piel para que cicatrizara.
Cinco meses más tarde, desde Dallas, Gomez dijo que se había retirado las grapas él mismo y que no había logrado que le receten terapia física.
Gomez, que era sargento del ejército en Venezuela, comentó que no puede trabajar porque es incapaz de levantar peso y, sin trabajo, no le alcanza para recibir tratamiento.
Fuente: The New York Times