Música de supervivencia
Múltiple y gigantesca, es la industria cultural estadounidense. Por allá, nada es perfecto, pero es como si lo fuera de compararlo con las cosas que pasan por acá.
Consabido, en Estados Unidos, también la segregación por distintos motivos alcanza niveles intragables que incluye las movilizaciones minoritarias, aunque significativas, en relación a los neonazi que reniegan del triunfo de la libertad en 1945.
La raza, la profesión religiosa, la sexodiversidad, o la misma pobrecía, constituyen los más burdos pretextos para hacer de la diferencia un explosivo social. Sin embargo, la libre manifestación de las ideas autoriza obras operáticas como “Blue”, con música de Jeanine Tesori y libreto de Tazewell Thompson (https://www.youtube.com/watch?v=4ShCefH6rZA): un adolescente que pertenece a una familia negra de clase media, resulta abaleado por un policía blanco.
Valga acotar, el libretista llama la atención en la edición de Chicago Tribune del día 21 de los corrientes, sobre la sinestesia de la pieza con un halagado concurso de efectos narrativos, musicales, luminarios, vestimentarios, siendo más poderosa que un gran libro o sinfonía (“In opera, narrative and music combine with the visual to make for the entire synesthetic effect. The words, music, scenery, costumes, lighting and staging work together to render an experience more powerful than reading a great book, seeing a play or hearing a symphony”).
Por cierto, la crónica siguiente, suscrita por Heddy Lahmann (“Why we should care about arts education in public schools”), alerta respecto a los posibles recortes de financiamiento de las artes y la educación artística, amenazada la existencia del National Endowment for the Arts, en apoyo de la escuela pública.
Además de la denuncia hecha arte, constatamos por estos predios el ya acostumbrado desconocimiento de las novedades culturales del extranjero, al igual que el celo natural por limitar la difusión gratuita de obras recientes en atención a una definida estrategia de comercialización. Por ello, resulta difícil imponerse de magníficas piezas estrenadas o a estrenarse en la Ópera Metropolitana de Nueva York o en la Scala de Milán, o cualesquiera otros lugares, o saber profusamente de Anna Netrebko y Diana Damrau, muchos años después, sólo cuando eran jóvenes y esbeltas, por ejemplo. No obstante, lo anterior no impide un ejercicio que se ha convertido en un hábito inevitable para todos los géneros.
En efecto, la sola reseña de “Blue”, nos ha permitido indagar y descubrir a intérpretes, como el bajo debutante Kenneth Kellogg, la mezzosoprano Zoie Reams y el barítono Norman Garrett. Y ello, en lo posible, está ocurriendo cada vez que celebran algún concierto en tierras lejanas con compositores, directores e intérpretes inéditos: los exploramos hasta que algún día surjan imágenes de esos eventos con sus audios reveladores.
Esto es, música de supervivencia. En un país de sobrevivientes, huelga comentar.
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