Zorrunos
Trasciende una versión europea de “El Zorro”, el reconocidísimo justiciero, con Jean Dujardin como protagonista, bajo la responsabilidad de Benjamin Charbit, Noé Debré, Jean Baptiste Saurel y Émilie Noblet, y distribución de la Paramount (https://www.youtube.com/watch?v=lHjCbOLKg4I).
Esta vez, según la versión que corre en las redes, don Diego de la Vega, el muy terrenal Clark Kent de la California bajo dominio español, alcanzó la alcaldía de Monterrey, y, enfrentado a los intereses de un excedido magnate local, se declara institucionalmente incompetente para confrontarlo, apelando a esa suerte de Estado de Excepción que bien representa el héroe enmascarado, curiosamente gobierno, como jamás lo hubiese imaginado el capitán Enrique Sánchez de Monasterio.
Por cierto, su esposa –la del burgomaestre – no sabe de esos viejos afanes justicieros, y, presumimos, el terapeuta de la pareja, de un modo u otro existente, poco a nada podrá responderle ante la legítima inquietud y nefasta sospecha que pesa en torno al simpático exseñorito; ella, después, logrará una espléndida ficción y divertimento de alcoba, mientras que él mancillará la inocencia de Ana María al retrotraerse a sus juveniles esplendores.
La serie televisiva, no ha prescindido de Bernardo, el mudo que simula una sordera cual espía de la guerra fría del siglo pasado, pero no sabemos todavía si las peripecias del redondo e inocentísimo sargento Demetrio López García, estén incluidas. Por cierto, venezolanos y argentinos tan habituados a la versión de los años sesenta de Disney, extrañaríamos la banda sonora y, específicamente, el sonido incidental.
En efecto, de las numerosas interpretaciones con las que ha contado el personaje creado en 1919 por Johnston McCulley, la más popular e impactante ha sido la de Guy Williams y, tanto, que tendemos a aceptarlo como la más fiel y quizá la única, al igual que ocurre con Adam West y Batman.
Fueron varias las generaciones disfrazadas zorrunamente en los carnavales, levantadas por estas latitudes con El Zorro de Disney, por años en el canal 2, o, por años, en el canal 4; ya, más grandecitas, Catherine Zeta-Jones lució incomparablemente más atractiva que Antonio Bandera.
Los venezolanos no vimos jamás los capítulos finales de la serie de Disney, dirigida por Norman Foster, pues, fue cancelada en 1957, antes de cumplir la segunda temporada.
Entre nosotros, tuvo un auge en los años sesenta que no se compadeció con el menor impacto en Estados Unidos, siendo a través de las redes que nos hemos impuesto del triunfo final sobre El Águila.
Curioso argumento, el de un gobernante municipal de una edad en la que no se puede empuñar la espada con la facilidad del capitán Alatriste, celebrar un fiero combate con otros terribles espadachines, y, al mismo tiempo, pelar los dientes y mirar a la cámara.
Y, además, ¿hacer justicia por mano propia hasta morir en el poder, sin remediar el supuesto vacío jurídico, institucional y político?, ¿algún metamensaje?, ¿o se trata de un fisgoneo en la vida íntima del señor y la señora de Zorro, nada más?
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