La liga de mi interior dura más que la tuya

more nerds available:

Tras haberlo pensado mucho, finalmente encontré la valentía para admitir públicamente un defecto congénito que traigo heredado de mis padres y que hoy decido compartir con ustedes: padezco de SHD o Síndrome del Hombre Desnalgado. Una condición con la que nacemos diez de cada diez niños blancos y la cual es diagnosticada cuando un bebé nace y los médicos no hallan por dónde darle la nalgada, pues lo único que ven es una espaldita que termina con una rayita. Es así como, desde ese momento, pasamos a integrar la sociedad siendo discapacitados glúteos y miembros de la población que padece de hipoculitosis.

En pocas palabras, somos un grupo de personas defectuosas que llegó a la calle sin su airbag. Una condición que nos marca de por vida ante cosas como que nadie nos firme para ser beisbolistas profesionales bajo la excusa de que no podrían darnos nuestra nalgada de pelotero. En conclusión, venimos a ser unos seres humanos con posaderas, sí, aunque solo aptas para que pose una hormiga supermodelo.

No obstante, vamos por la vida con los pantalones bien puestos (porque si no, se nos caen). Razón por la cual pasé a fundar la Sociedad Internacional de Acúlitos. Una organización hecha para cumplir esa iniciativa que nunca hemos tenido: aglutinarnos. Recordarnos que no estamos solos. Que en ella tenemos un vínculo vernáculo de espectáculo, con tentáculo mayúsculo con músculo y cálculo, vehículo ante cualquier obstáculo ridículo y minúsculo que nos permita alcanzar esa anhelada igualdad de derechos ubicada en nuestra meta: el pináculo.

Porque donde otros apenas ven nalgas espichadas, nosotros vemos fortalezas infladas. Fortalezas como que en los asientos cada vez más pequeños de las aerolíneas, nosotros aún vamos cómodos.

Fortalezas como que somos mejores nadadores por no tener nada atrás que nos frene.

Fortalezas como la de siempre caber en cualquier vagón de metro que venga repleto en hora pico. Parecida también a la de poder llegar tarde a un teatro o un cine y saber que encontraremos nuestra silla sin tener que pasarle el trasero por la cara a nadie.

Fortalezas como la de poder irnos tranquilos de vacaciones al Congo o a Nueva Guinea porque sabemos que los caníbales nos descartarán o quizás solo nos usen para darle sabor al sancocho.

Fortalezas como que no sufrimos de presión social en fiestas porque nadie nunca nos obliga a bailar lambada, twerking o el Kulikitaca. Si acaso, solo nos invitan a rapear y eso porque los pantalones siempre nos quedan bolsudos.

Fortalezas como que nuestras visitas al hospital siempre son rapiditas. Para inyectarnos vacunas, antibióticos o vitamina B12, nunca preguntan. De una se van al brazo. ¡Y si vieran cuánto nos aman los urólogos! Cuando ellos dicen “Por favor desvístase”, los pantalones se nos caen rapidito.

Fortalezas como que siempre hallamos el amor verdadero porque nuestra silueta plana automáticamente descarta a toda aquella mujer lujuriosa que solo busca cuerpos. En cambio, a nosotros nos buscan por el cómo somos y lo mejor es que ninguna pareja nos presenta como su “culito”. Si acaso, su “coxiscito”.

Que además nos aman porque somos buenos proveedores. Gracias a la falta de glúteo, siempre llevamos billeteras bien gordas. Aparte de que gastamos menos porque nuestros pantalones nunca se desgastan atrás y la liga del interior puede durarnos hasta un período presidencial de Corea del Norte.

Por esto, nuestras parejas siempre terminan viéndonos como si fuésemos el Ken de la Barbie. Lucimos guapos y absolutamente perfectos hasta que nos quitan el pantalón y ven nuestro fundillo.

Por ello aprovecho este espacio para hacerles una invitación. Si usted, quien me lee, resulta ser destraserado o conoce a alguien que lo sea, por favor contáctenos. Aquí siempre serán recibidos. Y si alguien termina burlándose de ustedes por venir, no le paren. Lo que piensen nuestros detractores siempre nos sabrá a eso que nos falta.

Reuben Morales
Últimas entradas de Reuben Morales (ver todo)
(Visited 9 times, 9 visits today)

Guayoyo en Letras