El asalto de la barbarie
El 5 de julio pasado, al ver la pomposidad y circunstancia con la que se desarrolló el desfile de “Los Próceres”, se me ocurrió hacer una pregunta a mis amigos: ¿Cuántos militares firmaron el Acta de Independencia? La respuesta inmediata y casi unánime, inclusive aquellos contactados en las redes, fue que ningún militar suscribió el documento.
Aunque el 19-A y la formal declaratoria de independencia fueron acontecimientos de una esencia civilista incontestable no se puede concluir que entre los protagonistas de momentos tan estelares no se encontraran personajes con experiencia militar. Solo para ejemplificar, Miranda suscribió el documento; y no se puede desconocer su legendaria hoja de servicios en la carrera de las armas.
También firmaron otros con formación y mando militar, antes del 19-A, como Francisco José Rodríguez del Toro e Ibarra, conocido como el marqués del Toro, desempeñándose como coronel del batallón de milicias de los Valles de Aragua; Lino de Clemente quien fue Teniente de Navío en la marina española; el Coronel Fernando del Toro con altas responsabilidades organizativas; el Comandante General Nicolás de Castro y el Capitán José de Sata y Bussy.
La pregunta, aunque pueda parecer engañosa, pretendía abrir la discusión sobre una tendencia altamente peligrosa que se desarrolla en Venezuela de crear un “pasado apropiado” a los intereses del presente. Y no se trata de cierta subjetividad que puede estar presente en cualquiera que haga una reflexión sobre los hechos del pasado y que Edward Carr advierte, en su obra What is History?, al afirmar que “los hechos sólo tienen significado cuando el historiador recurre a ellos. Es el historiador quien determina a que hecho dará la palabra y en que secuencia o contexto”. Estamos en presencia de una vulgar manipulación de la verdad utilizando los canales informativos del régimen para desplazar la civilidad con la barbarie.
En realidad lo que hacen los apologistas del Partido Militar es incautar una gesta patriótica que nos da identidad y disfrazarla con un componente que podría ser calificado de ideológico, si estuviéramos en presencia de un sector que esgrimiera algún tipo de ideas. Pero está más que constatado que el único código que manejan los ignaros es una enfermiza referencia a una conveniente y vacía diferenciación izquierda-derecha en tiempos en que el factor de validación democrático está en la vigencia efectiva de los derechos humanos; y la democracia se objetiva en la verificación de la separación de poderes, la existencia de un Estado de Derecho y el pluralismo. Ni hablar de un estado de bienestar que debe signar las ejecutorias de cualquier gobernante. Todos estos elementos hoy están ausentes en la praxis política criolla.
Luis Castro Leiva se interrogaba si el credo que ha generado el pensamiento del Libertador fue capaz de producir efectos filosófica y políticamente aceptables pero concluye que, al analizar la realidad discursiva de los venezolanos, elemento tan sensato no tiene lugar. Por su parte, Arturo Uslar Pietri utilizó el término de la antihistoria para identificar el problema clave de la historiografía venezolana. Los patrioteros de pacotilla pretenden ampararse en un pasado que nos pertenece a todos y es una manifestación de unidad nacional para realizar sus ejecutorias marcadas por la corrupción, el despotismo y la bajeza moral.
Los hombres del 5 de Julio buscaban “recobrar la dignidad natural, que el orden de los sucesos nos ha restituido, en uso de los imprescriptibles derechos que tienen los pueblos para destruir todo pacto, convenio o asociación que no llena los fines para que fueron instituidos los gobiernos, creemos que no podemos ni debemos conservar los lazos que nos ligaban al gobierno de España, y que, como todos los pueblos del mundo, estamos libres y autorizados, para no depender de otra autoridad que la nuestra, y tomar entre las potencias de la tierra, el puesto igual que el Ser Supremo y la naturaleza nos asignan y a que nos llama la sucesión de los acontecimientos humanos y nuestro propio bien y utilidad”. Ese objetivo hoy está vigente porque los que están obligados a velar por la Independencia y soberanía de Venezuela aceptaron la intervención cubana y la entrega de nuestras riquezas a potencias extranjeras. Ellos celebraron su traición con un desfile conmemorativo.
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