¿Y cuándo todo esto pase?…
La duda radica en el cuándo. Inevitablemente esta locura se aproxima a su fin. El posesivo es estricto, porque se trata de su fin, del de ellos, de los que se creyeron el cuento de que un golpista fracasado sería capaz, por métodos democráticos, de hacer bien lo que se inspiró en métodos, prácticas y tropelías antidemocráticas.
Más allá de eso, y sin pecar por hacer leña del árbol caído, en medio de las incuestionables –y en algunos casos aparentemente exitosos- pataletas de ahogado, cabe la pregunta: ¿Y cuando todo esto pase?
Una vez resuelto el vacío evidente del poder y del don de manto. Una vez defenestrados por la fuerza de un pueblo que se obstinó de la sordera gubernamental, que se cansó de la burla, que se hastió de la barbarie, que se sobrepuso a su propia desesperanza, y a los chantajes, y a las humillaciones… que se despertó un día y rescató desde el fondo de sus miserias lo que le quedaba de dignidad.. ¿Qué va a pasar?
¿El país sabrá apreciar el costo del sufrimiento vivido? ¿El país ajustará sus lecciones, y entre tanta verdad descubierta por los dolores de parto de lo porvenir pedirá rendición de cuentas, y se hará respetar por quien asuma?
¿Este país víctima y cómplice a un tiempo, retomará el ciclo de dejarse manipular por encantadores de serpientes?
¿Qué va a pasar cuando todo esto pase? ¿Las rencillas, la división, la revancha, la venganza seguirán siendo el punto de orden y el objetivo común de una sociedad que se enfrenta a sí misma?
Cuantas preguntas al aire. Cuantas preguntas que no tiene respuesta concreta en el aquí y el ahora, aunque las líneas gruesas adviertan que en medio de tanta cosa urgente, lo importante, lo definitorio, que convierte al futuro en las acciones del presente, no hay lineamiento claro –ni mucho menos compartido- para echar a andar al país cuando todo esto pase.
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