Dos días, una noche: tan difícil como la vida misma
Pocas veces tenemos la oportunidad de ver una película tan realista como esta. La edición, la música o la historia suelen ser elementos que en una cinta nos indican que estamos viendo ficción. Pero en Dos días, una noche sentimos que estamos casi casi viendo un documental.
Los planos son largos y se centran totalmente en los personajes para que contemplemos sus emociones, no hay música que acompañe las escenas, y los personajes están vestidos de una manera tan del día a día que es probable que nosotros estemos mejor vestidos en el cine ese día viéndola. Eso sí, la cinta está protagonizada por Marion Cotillard, y por más de casa que vista no se nos olvida que se trata de ella. De todas maneras, esta propuesta hace que nos cuestionemos si es necesario tanto artificio al que estamos acostumbrados al ver drama. En el fondo, y sin importar del género que se trate, el guión, las actuaciones y la dirección van a ser aquellos elementos que pesen más en el balance general de una película.
En ese sentido Dos días, una noche sale ganando. Por ser de carácter social, la historia de esta película no puede más que generar empatía en el espectador: Sandra, una joven madre belga, tiene que luchar por conservar su empleo en una fábrica porque de él depende su familia. Su empresa decide hacerle frente a la crisis económica o bien despidiendo a un trabajador (que resulta ser Sandra por haber estado de baja tras sufrir de depresión), o bien quitándole una prima de mil euros que le corresponde a todo su equipo. Lo terrible de la situación, es que no es la empresa la que debe tomar la decisión, sino el equipo mismo. Así, la protagonista se ve obligada durante un fin de semana a convencer a sus compañeros que la elijan a ella y no al pago de la prima.
La película hace que reflexionemos no solo sobre lo vulnerables que somos las clases medias y bajas que dependemos de un sueldo que en cualquier momento puede desaparecer comprometiendo nuestro bienestar y el de nuestra familia, sino también sobre lo exigente que es el mundo laboral actual. Por sufrir de depresión, Sandra es percibida por muchos de los otros personajes como alguien débil e incapaz. También está el tema de lo individualistas que somos como sociedad, ya que vemos cómo algunos personajes no se solidarizan en lo absoluto con Sandra por pura elección.
La actuación de Marion Cotillard es muy intensa y en ocasiones teatral, pero no por ello poco realista. Es muy interesante el contraste entre lo sensible y lo fuerte que puede ser en los momentos más difíciles. La acompaña Fabrizio Rongione, quien interpreta a Manu, su fiel esposo, quien también encuentra siempre el tono adecuado en cada escena.
Los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne dirigen este largometraje. Hacen cine desde finales de los ’70, y sus historias suelen ser de temática social y protagonizadas por personajes desafortunados. Con esta cinta, participaron en el Festival de Cannes del año 2014, habiendo estado presentes ya en años anteriores con otras de sus obras. Si bien no ganó, la película ha sido bien recibida por la crítica cinematográfica mundial.
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