THE MASTER: CINE DE LUJO SIN RESULTADOS
Por Roberto Franchi
Las películas de Paul Thomas Anderson son medicina para los ojos. Sentarse en la sala a deleitar planos es un ejercicio interesante que este director en particular sabe mostrar. Lo hace siempre, y sabemos que lo va a hacer. The Master es su última cinta y nuevamente es un manjar visual de encuadres a lo largo de los 140 minutos. La dirección actoral es tan fuerte en sus trabajos como todas las imágenes que se proyectan. Sabe hacer que un actor, y al parecer el que sea, demuestre lo que él quiere que demuestren. Hay profundidad interior de los caracteres. Mis respetos. El tipo es un cineasta.
Ahora, el problema de The Master está en unir todos estos planos perfectamente realizados y lograr contar una historia que no se caiga por su propio peso. Se cae porque deambula, aunque sí, podríamos decir que para el tercer acto, si es que así podríamos llamarlo en este caso, la trama parece llegar a un sitio, pero es a un sitio irrelevante donde poco importa ya a dónde llegue cuando se entiende al final que es una película increíblemente hecha pero poco desarrollada. Es un golpe a SydField y a Robert McKee, y eso, en parte, le da su toque.
Es un director que está acomodado por la crítica y le da su ventaja. Le dan su reconocimiento de obra maestra, de cineasta del momento y coincido si hablamos de él como director. Pero la película está lejos de ser una obra maestra. No podría hablar de fallida pero atrás quedó Magnolia y There Will Be Blood. Ni hablar de BoogieNights.
La película es prescindible. La historia es prescindible si hablamos de que las sectas modernas tienen su cabida que da para mucho más. En este caso se roza el tema. Se juega alrededor de él presentando personajes que mucho tienen en común, y que si bien o mal, los entendemos o no, los vemos deambular junto a la película. No trata exclusivamente sobre la cienciología, aunque así se pueda mostrar. Los minutos pasan mostrando la problemática psicológica de un individuo que por casualidades alcohólicas coincide en un mundo alejado del convencionalismo para la época.
Los tres actores están realzados. Phoenix sigue sorprendiendo tras el falso documental I’mStillHere. Seymour Hoffman es el líder carismático que maneja las riendas de este barco y que con su voz y sus discursos atrae, y la Adams, quizá podría decir que es su mejor papel hasta la fecha. Los tres cuentan con nominaciones, aunque la tienen difícil ante la Academia. Puede haber sorpresa de Hoffman la noche de los Oscar.
Al final es una película técnica. La más pretenciosa de Thomas Anderson. Todos los involucrados lo hacen a la perfección, pero el problema es que funcione. Es la orquesta bien coordinada que presenta una melodía que no a todo el mundo le gusta. Ciertos problemas de montaje. De lujo la secuencia introductoria del personaje de Phoenix. Aún mejor el interrogatorio en el barco o la secuencia de la cárcel. Y puedo seguir, pero ahí queda The Master, sabe mostrar cine, pero la ambición la consumió.