Mujeres “Siempre listas”: Precursoras del civismo y pioneras de la aventura
En 1920 Robert Stephenson Smith Baden-Powell, fue proclamado Jefe Scout Mundial. Con este reconocimiento el líder veía materializarse un sueño en el que había trabajado por 13 años. Al principio fueron 21 muchachos (todos ellos varones), quienes lo acompañaron en aquel primer campamento a la isla británica de Brownea. Años después eran 6 mil jóvenes, hombres y mujeres de 34 países distintos, los que se congregaban en Londres para celebrar el primer encuentro internacional de exploradores.
La influencia femenina predominó en la vida del fundador de los Scouts, que heredó la vena temeraria de sus parientes maternos, la mayoría de ellos reconocidos geógrafos y navegantes de la época victoriana. La propia Henrietta, inculcó a sus 7 hijos el amor por la naturaleza y las excursiones. Esas enseñanzas dieron su fruto cuando se enlistó en el ejército inglés, donde se volvió un explorador experto y comenzó a crear el escultismo: un movimiento que promueve valores cívicos, familiares y espirituales e infunde un sistema de trabajo y disciplina basado en ciertos principios militares, desde un enfoque más libre y aventurero.
Abierto y visionario, Banden Powell solo tardó 2 años en incluir a las mujeres en el escultismo. Cuando en 1909 un grupo de niñas exigió que se les integrara en el Rally Boy Scout, una actividad en la que participaban 10 mil muchachos, el jefe fundador, designaría a su hermana Agnes la creación del movimiento de Guías Scouts, junto a ella escribiría el Manual de las Muchachas exploradoras, publicado en 1912. Ese mismo año contrajo matrimonio con Lady Olave, quien lideraría el MGS, como la primera dama del escultismo.
El equivalente criollo de Lady Olave fue Kathy Phelps, inmigrante australiana que se enamoró de Venezuela y se casó con el fundador Radio Caracas Televisión, ambos compartían una pasión por la aventura, que los llevó a viajar por el mundo observando aves hasta completar una colección ornitológica conocida internacionalmente. Kathy se destacó por su acción social. Al frente de organizaciones como la Cruz Roja y la Asociación Venezolana de Guías Scouts (ASVGS), fue ella la principal responsable de incorporar a las jóvenes venezolanas al escultismo en 1958.
Finalmente en el 97, la Asociación de Scouts de Venezuela creó sus unidades femeninas. Desde ese momento el escultismo nacional se convirtió en un movimiento mixto. A pesar de que han pasado 108 años, desde que la aventura se vistió con faldas y pañoletas, la gente se sigue refiriendo a este singular grupo ataviado de verde como los Boys Scouts. Ante esa circunstancia, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el próximo 8 de marzo, es sin duda un momento propicio para conversar con algunas lideresas exploradoras.
Haydee Delgado: la matriarca del Calasanz 40
La Scouter Haydee se desempeña como sub jefa del San José de Calasanz 40, un grupo que lleva a cuestas casi 6 décadas de tradición unida a toda una historia familiar:
“Mi primer contacto con el movimiento fue a través de una fiesta, mi hermano Ramón estaba aquí y ya me habían propuesto que mi integrara como dirigente de manada, (primera etapa del escultismo que agrupa a pequeños entre los 5 y los 11 años de edad). Al ver los traviesos que eran los lobatos me sentí un poco intimidada, recordó entre risas, sin embargo me insistieron y finalmente acepté”, añadió quien ha dedicado 42 años de su vida a complementar la educación de niños y jóvenes por medio del escultismo.
Su integración al grupo le traería una historia de amor, ella ya conocía a Jorge Betancourt, pues el muchacho era compañero y muy amigo de su hermano, se enamoraron y posteriormente se casaron al poco tiempo de que ella colocara alrededor de su cuello la pañoleta verde y roja. “Los guías de patrulla participaron en nuestro matrimonio, ellos hicieron el arco por el que pasamos para entrar a la iglesia”, después yo hacía mis actividades incluso estando embarazada”, evocó los recuerdos con una sonrisa.
Los dos hijos del matrimonio Betancourt Delgado, dirigen el Clan de Rovers, (última unidad del escultismo integrada por jóvenes adultos con un rango de edades que va de los 16 a los 21 años): mi hija Johyliz fue la primera mujer del grupo en recibir el Scout de Bolivar, contó orgullosamente, pues se trata de la máxima insignia con la que se condecora a los exploradores más destacados.
Muchos de los miembros y Lideres del San José de Calasanz 40 llevan los apellidos Betancourt o Delgado, haciendo que más que un grupo scout sea una gran familia: Tíos, sobrinos, Hermanos, primos, abuelos y nietos… que además adoptan y educan a todo aquel (Joven o adulto), que quiera acercarse cada sábado a su sede en Propatria.
Delgado resaltó también la responsabilidad y preparación que aportan la dirigentes femeninas en cualquiera de las tres ramas: desde la Manada, donde se trabaja desde la imaginación y la fantasía, pasando por la Tropa que se inclina hacia a la aventura, hasta llegar al clan que se ocupa del servicio a la comunidad.
Pioneras con falda
Orientarse en la intemperie, recorrer largos trayectos a pie con un pesado morral a cuestas, trepar, levantar un campamento a punta de carpas o construcciones primitivas hechas de nudos y ramas de bambú, recolectar leña, encender un fuego y mantenerlo vivo el tiempo suficiente para cocinar en él, entre otras habilidades se aprenden al pasar por la tropa. “Son tareas que generalmente se le atribuyen a los hombres, pero nosotras demostramos a diario que podemos hacerlas tan bien como ellos”, expresó Sarai Rubio, quien dirige la rama femenina de la unidad.
Keymar Palacios tiene 15 años, y quisiera quedarse en esa edad para poder permanecer en la Tropa, una de las unidades más intensas y recordadas por los jóvenes Scout. Aquel día no lleva el uniforme completo, solo se ha puesto la pañoleta de su grupo, símbolo de la esperanza y el amor en tonos de verde y rojo (que por cierto contrasta bastante con el conjunto del Barca que viste en ese momento).
Palacios enfoca su tiempo y energías en correr por el asfalto la montaña y las canchas de futbol, donde defiende la portería y en ocasiones juega en la posición de defensa. Con una sonrisa llena de vitalidad asegura tener tiempo para todo: “es cuestión de organizarse, siempre tengo en el bolso la comida y mi uniforme, también como muchas frutas para mantener la energía”.
A pesar de su corta edad, la Sub-guía de la Patrulla Anaconda mantiene la vista en sus metas de cara al futuro, que incluye la vida Scout y una carrera como abogada, tampoco descarta dedicarse al futbol profesional. “A las niñas de mi patrulla quiero enseñarles que el trabajo en equipo es más importante que la vanidad”, expresó mientras se despedía para salir apurada rumbo a un partido.
Tal vez tenga que tomar una decisión pronto, pero por el momento es feliz dedicándose al deporte y la vida al aire libre simultáneamente.
“Nuestro Fundador fue tan inteligente que creó un movimiento que sigue vigente luego de 100 años”, expresó la Scouter Rubio, cuya vida familiar también se encuentra muy unida al movimiento scout, pues su esposo Carlos Aponte, también está a su lado como dirigente de la Tropa Masculina, y el pequeño Moisés, corretea entre la manada y la unidad que dirigen sus padres.
Ella quiere a sus muchachos como se hace con los hijos o los hermanos menores, en ese sentido asegura que el escultismo ofrece a los jóvenes una forma de experimentar la aventura, adquirir valores, fomentar vínculos con personas de su misma edad y vivir experiencias que no se encuentran en otro lugar. Desde sus propias vivencias manifestó que: “esto es algo que no se puede describir con palabras, y que toda persona debería vivir para sentirse completo”.
La dirigente también señaló que aunque los Scout son una forma bastante eficaz de mantener a los jóvenes lejos de los vicios que: “tampoco distinguen entre hombres y mujeres”, es importante que las familias también se interesen en complementar la educación de sus hijos. Del mismo modo reiteró la responsabilidad y madurez que implica desempeñar una cargo como el que ocupa de manera voluntaria: “Son muchachos que nos piden consejos, incluso antes que a sus padres, a pesar de que apenas compartimos con ellos unas 4 horas, un lapso de tiempo breve en el que buscamos darle lo mejor de nosotros”.
Sin embargo no se puede obtener satisfacciones sin sacrificios. Los Scouts con todo y sus ganas de cambiar el mundo no escapan de la situación país: “dejamos de ofrecer merienda porque ya no resulta factible, organizar los campamentos y las excursiones es sumamente costoso, muchas familias tienen 4 hijos inscritos aquí y no pueden cubrir los gastos del uniforme por ejemplo… es por eso que estamos buscando el patrocinio de la empresa privada, y próximamente vamos a negociar con algunas organizaciones para obtener ingreso a través del reciclaje”, aseguró la dirigente entre la preocupación y el optimismo.
Una tarea de todos
El trabajo en equipo y la vocación de servicio son dos de las cosas que se aprenden en los Scout, de forma gradual y acorde a las edades de quienes se están formando en el movimiento, uno de los primeros y más claros ejemplos de esto son las distintas patrullas que integran la tropa.
Además de la Guía y la Sub-guia que se encargan de cuidar a sus compañeras, adiestrándolas en el conjunto de habilidades necesarias para afrontar un campamento y competir con los otros grupos a nivel distrital o regional, cada miembro de la patrulla debe ejercer un cargo que varía de acuerdo al entorno y las actividades.
Tesorero, Secretario, y Guardián de leyenda corresponden a las actividades de ciudad, son tres roles que implican; administrar las finanzas, dejar registro escrito de las reuniones y difundir la historia de la patrulla, mientras: leñador, cocinero, y aguador, son atribuciones propias del campismo que sus nombres definen en forma precisa. La eficacia se consigue cuando se mantiene la armonía de este sistema.
Fabiana Pérez estudia primer año de bachillerato, con 12 años recientemente ingresó a la Tropa como miembro de la patrulla Panda. La niña señaló que las responsabilidades de esta unidad son mucho mayores en comparación con la Manada, donde los niños aprenden sobre unión imaginación y compañerismo, a través del juego, convertidos en cachorros de Lobo, y guiados por la fantasía del Libro de la selva. A pesar de la transición Pérez se ve muy contenta de experimentar una nueva fase del movimiento.
“He aprendido sobre primeros auxilios, me gustan mucho los nudos, y la historia del escultismo que me ha enseñado la importancia de la lealtad”, expresó la muchacha, que en su último campamento tuvo la responsabilidad de mantener hidratadas a sus compañeras al cubrir el cargo de aguadora.
Oriana y Maryerlin Vargas, son dos chicas que casualmente llevan el mismo apellido pero solo están unidad por la hermandad que han de cultivar todos los scouts, otros rasgos que comparten es el deber de guiar a las patrullas Panda y Jaguar respectivamente, y la meta cercana de alcanzar sus insignias de Scout de Bolivar, es desde esa experiencia que hablan de cómo mantener un buen sistema de Patrullas:
“Es importante conocer las cualidades de cada una, para poder darles un cargo que les interese y que puedan hacer bien”, aseguró Oriana sosteniendo su banderín blanco y negro y sentada cerca de Fabiana.
“La dinámica también se ve afectada, cuando las guías más allá de enseñar a sus patrulleras quieren asumir todas las tareas para cumplirlas de forma más rápida y efectiva. Esto pasa cuando tus compañeras no están verdaderamente interesadas en aprender, reflexionó Maryerlin. Sin embargo el deber de las guías es impartir conocimiento e inculcarles la competitividad y el liderazgo”, señaló.
Al final de todo, en los scouts lo importante no es el género ni tu edad o la unidad a la que pertenezcas, sino la vocación de ayudar al otro, y la determinación de construir un mundo mejor entregando a las comunidades ciudadanos que están: Siempre listos para servir de la mejor manera posible.