La carrera a veces no la gana el más veloz
Soy de los que están convencidos de que —sin dejar de atender el entorno y con especial énfasis en la crisis de Venezuela— no hay que perder el foco a pesar de las dificultades. No dejar que se nuble el camino hacia los objetivos, sean estos personales o profesionales, es una obligación para cada uno de nosotros, puesto que solo si seguimos avanzando hacia lo que soñamos es que podremos concretarlo. Cuando todos los obstáculos se hayan superado, el ambiente sea más propicio y la tormenta haya amainado, comprobaremos que lo que queda por delante es más corto y sencillo, y que como dicen, “lo que viene es en bajada”.
Hace unos meses, concretamente en febrero de este año, un grupo de jóvenes hizo resaltar al país por razones diferentes a las que nos acostumbramos en los últimos dos meses. Los logros de estos muchachos fueron académicos, al obtener los premios más importantes del Modelo de Naciones Unidas de la Universidad de Harvard, en Boston, entre el 16 y 19 de ese mes. El grupo, integrado por varias universidades de Venezuela, alcanzaron los premios más altos después de 9 meses de ardua preparación y una dura competencia con otras universidades de todo el mundo y más de 3 mil participantes.
Los uso como ejemplo de lo que puede y debe hacerse en el país para salir adelante, y de cómo me convenzo aún más de que hay que tener “los ojos en el premio”. Estos jóvenes tuvieron que prepararse, discutir y exponer sobre un país asignado: sus costumbres, economía, cultura y estructura social, y hablar sobre el futuro de ese territorio con la misma propiedad con la que lo harían sobre el suyo propio. Ponerse en la piel de otros, conocerlos en profundidad, y atreverse a compartir con ellos los conocimientos que impulsen a ambos hacia objetivos comunes. Debió ser una experiencia maravillosa.
Una fuerte aplicación de la diplomacia, sólidos argumentos y un profundo conocimiento de lo que se habla fueron la clave para que estos jóvenes se alzaran con la Best Large Delegation y Best International Delegation y la Outstanding Large Delegation, además de varios títulos y reconocimientos individuales. En ellos me apoyo para creer que en Venezuela, hay un futuro mejor y más próspero, porque son ellos algunos de los encargados de impedir que se repitan viejos errores. No hay honor más grande que representar a tu país, pero dicho honor se eleva a niveles inimaginables si haciéndolo se logran los primeros puestos.
Si es verdad que el conocimiento es poder —y firmemente lo creo—, la Universidad Católica Andrés Bello, la Unimet, la Simón Bolívar y la Universidad Central llevan consigo el germen de un futuro próspero, como el que siempre soñamos. Dentro de poco veremos estos días como a un pasado lejano, y estos jóvenes que menciono nos llenarán de orgullo con su paso adelante. Ellos son nuestros venideros presidentes, ingenieros nucleares, diseñadores de videojuegos, físicos cuánticos, informáticos, arquitectos, y cineastas. Todos necesarios, todos imprescindibles. La carrera a veces no la gana el más veloz, sino quien no deja de correr.
“Empieza haciendo lo necesario, después lo posible, y te encontrarás haciendo lo imposible”
San Francisco de Asís
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