MASCULINO, FEMENINO, HISTORIA Y SOCIEDAD
Por Mariana Areyan
Marija Gimbutas, profesora de arqueología europea en la Universidad de California en los Ángeles, describe a la “Vieja Europa”, la primera civilización de Europa, remontándose al menos 5.000 años (tal vez, incluso 25.000 años) antes del surgimiento de la religión masculina.
La Vieja Europa era una cultura matrifocal, sedentaria, pacífica, amante de las artes, y ligada a la tierra y al mar, que rendía culto a la Gran Diosa. Las pruebas entresacadas de los yacimientos arqueológicos funerarios muestran que la Vieja Europa era una sociedad no estratificada e igualitaria, que fue destruida por una infiltración de pueblos indoeuropeos seminómadas. Estos invasores eran patrifocales, amantes de la guerra, orientados ideológicamente hacia el cielo e indiferentes al arte, se consideraban a sí mismos como un pueblo superior.
La Gran Diosa era venerada como la fuerza femenina profundamente conectada con la naturaleza y la fertilidad, responsable de la creación y de la destrucción de la vida. La serpiente, la paloma, el árbol y la luna eran sus símbolos sagrados.
Sucesivas olas de invasores de indoeuropeos iniciaron el destronamiento de la Gran Diosa. Las fechas de comienzo de las mismas son situadas por diversas autoridades entre los años 4.500 y 2.400 AC. Las diosas no fueron completamente suprimidas, sino que fueron incorporadas a la religión de los invasores. Los invasores impusieron su cultura patriarcal y su religión guerrera a los pueblos conquistados. La Gran Diosa se convirtió en la esposa subordinada de los dioses invasores, y los atributos o el poder que originalmente pertenecían a la divinidad femenina fueron expropiados y dados a la deidad masculina. En los mitos apareció por primera vez la violación, y surgieron mitos en los que héroes masculinos mataban serpientes, símbolos de la Gran Diosa.
Este relato es un extracto resumido del libro “Las Diosas de Cada Mujer” de Jean Shinoda Bolen. Entre los amantes del tema extraterrestre, existe un relato muy similar, en este caso los invasores no eran indoeuropeos, si no marcianos, simbólicamente intuyo que esos “marcianos” eran invasores cargados con la energía de Marte, el dios de la guerra (también conocido como Ares) y estos no llegaron a La Vieja Europa, si no, a la desaparecida Atlántida. En este relato nos dibujan un desarrollado cerebro izquierdo en los invasores marcianos, y por el contrario un desarrollado cerebro derecho en los habitantes de Atlántida, extrapolando estas características al relato anterior, podemos decir que los indoeuropeos tenían un desarrollado cerebro izquierdo y los pueblos pacíficos de la Vieja Europa un desarrollado cerebro derecho.
A partir de ese momento, comienza la historia que conocemos de la humanidad: la historia de la guerra. Dios pasó a ser hombre y se iniciaron las relaciones de poder establecidas a través de la violencia y el miedo, aparecen el complejo de superioridad y el complejo de inferioridad. La Gran Diosa fue profundamente herida y junto a ella todos sus hijos, la sociedad paso de ser no estratificada e igualitaria, a la estructura piramidal que conocemos hoy en día.
Interesante link relacionado http://www.circuloachocalla.org/la-revolucion-patriarcal-y-el-fin-de-las-diosas/
Se me ocurre que este puede ser el origen de la histeria, esa que Freud identifica en la mayoría de las mujeres, vale acotar que no soy psicóloga ni ninguna autoridad para decir tal afirmación, solo me valgo de las respuestas difusas que me han dado los psicólogos y mis asociaciones de los breves conceptos y descripciones que he leído al respecto. Pienso que la histeria tiene sus orígenes en el sometimiento a través de la violencia de los opresores patriarcales a los pueblos pacíficos conectados con la energía matriarcal.
Hoy en día se juzga a las mujeres por promover el machismo, alegando que ellas son las responsables de criar a los hijos, en cierto modo es verdad, en la mayoría de los casos es la madre quien cría y educa, pero no debemos olvidar que se educa para mantener un sistema impuesto a la fuerza.
Actualmente podemos observar las estructuras patriarcales en todos lados, en la milicia, en las universidades, en las empresas, en los gobiernos, en las escuelas, en las religiones, en las familias, en fin, en la sociedad, fuimos educados de esa manera. A groso modo y valiéndome de la simbología puedo decir que son características masculinas y del cerebro izquierdo dividir, clasificar, esquematizar, jerarquizar, ver las partes, la lógica, los números, la competencia, el intelecto, las líneas rectas, la memoria a corto plazo entre otras. Así como son características femeninas y del cerebro derecho el amor, la intuición, ver el todo, integrar, nutrir, la emoción, la música, las artes, la memoria a largo plazo, la fertilidad, las líneas curvas, la creatividad, los colores, la cooperación.
Creo que se puede decir de una forma bastante generalizada que el amor es la energía fundamental de La Gran Diosa, así como el poder la energía de los guerreros. El amor y el poder son incompatibles, no pueden compartir el mismo espacio y tampoco pueden habitar dentro del mismo ser, hoy en día somos una sociedad establecida a través de las relaciones de poder, no hay mucho espacio para el amor.
Me gusta el imaginario del matriarcado, de la Pachamama, de la Gran Diosa, digo imaginario porque no conocemos nada de eso, nuestro consciente e inconsciente colectivo solo conoce el sistema jerárquico patriarcal. Pienso que la evolución de los humanos como especie vendrá cuando conectemos con esa energía bondadosa e intuitiva de la Gran Diosa, volver a nuestros orígenes es la clave de la transformación progresista. Es necesario romper muchos esquemas aprendidos, liberarnos de esa enseñanza de “ser obediente es sinónimo de ser bueno” porque así, obedientemente aprendimos las claves para perpetuar este sistema injusto.
A los indoeuropeos les tomó aproximadamente 2000 años desaparecer el inconsciente colectivo de los habitantes de la Vieja Europa, y enfermar de histeria a las mujeres probablemente se necesiten otros 2000 años para este nuevo proceso sanador y evolutivo.
Les deseo amor y no duden de confiar en su intuición.
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