Manifestación y manifiesto
Junto a la enorme manifestación del 16 de julio, que ha sido en sí misma un acto masivo de reafirmación de la voluntad de que Venezuela vuelva al cauce constitucional por medios democráticos, hay también un manifiesto, entre nosotros y ante el mundo. Es el compromiso con la defensa de la Constitución sobre la base de sus principios y procedimientos. Así lo ha recordado el constitucionalista José Ignacio Hernández al resumir los principios y tareas por los que se pronunciaron masivamente los venezolanos el domingo pasado. Los primeros, contenidos en el acuerdo de la Asamblea Nacional del 5 de julio, hacen de la reconstrucción constitucional un proceso que ha de conducirse en el marco del Estado de derecho, en una tarea en la que debe prevalecer y se verá fortalecida por el pluralismo político, que debe producir garantías para la convivencia pacífica y la plena vigencia de los derechos humanos y vindicar el sentido de la justicia social.
El rechazo masivo a la convocatoria de una asamblea constituyente viene acompañado por el mandato a la Asamblea Nacional de iniciar la ruta de reconstrucción de la institucionalidad constitucional, de exigencia de respeto y defensa de la Constitución a funcionarios públicos, con referencia especial a los militares, y de preparación de convocatoria a elecciones que conduzcan a la formación de un gobierno de unidad nacional.
Tanto por los principios que lo orientan como por las tareas que anuncian una hoja de ruta cuyo recorrido ya se inició, el manifiesto refrendado hace una semana, que tan importantes y numerosos apoyos internacionales ha recibido, es un pronunciamiento constitucional y democrático a la vez que una invitación amplia y plural a apoyar la reconstrucción material y ética de Venezuela.
Entre nosotros, conviene recordarlo y cuidarlo, el apoyo a este manifiesto nos compromete a seguir actuando lo más concertadamente posible, respetando y respaldando el cumplimiento del mandato que dimos a quienes nos representan en la Asamblea Nacional y al liderazgo democrático que lo acompaña.
Los significativos respaldos internacionales recibidos han sido reconocimiento tanto de la tenacidad democrática, la capacidad de organización, el tamaño de la manifestación y el valor del manifiesto, como de los problemas que desatiende y agrava el gobierno, y los que añade la instalación de una asamblea constituyente que desconoce elementos esenciales de la vida republicana y democrática.
Con los reconocimientos internacionales a la importancia de la consulta como manifestación y manifiesto, se ha fortalecido la legitimidad internacional de la causa democrática venezolana. Un geopolíticamente muy importante grupo de gobiernos, organizaciones y respetables individualidades solicitan que el gobierno desista de la constituyente y cumpla con los temas pendientes —acceso a medicinas y alimentos, respeto a la Asamblea Nacional, liberación de los presos políticos y realización de elecciones— en tanto que también insiste en la urgencia de crear condiciones para negociar un amplio acuerdo que permita recuperar la gobernabilidad constitucional, en un par de casos con la amenaza de aplicar sanciones.
Una negociación real, con garantías y recursos para alcanzar un pacto sostenible de gobernabilidad democrática, requerirá de apoyos internacionales en su momento; pero ese momento no “llega” solo: hay que construirlo, y en eso, además de la indispensable eficacia estratégica opositora, también pueden hacer su parte individualidades, gobiernos y organizaciones internacionales. Ojalá fuese posible pronto, muy pronto.
Un conjunto de sanciones que contribuya con ello no es cosa imposible, pero sí es un asunto definitivamente mucho más complejo de diseñar y ejecutar que de anunciar. Es más, salvo que sean cuidadosamente definidas e instrumentadas —como intentan las diseñadas como “específicas, individuales y focalizadas”—, las sanciones pueden complicar antes que facilitar la ruta a la democratización. En todo caso, desde la Unión Europea y Estados Unidos ya se ha planteado esa posibilidad y, en la diversidad de sus alcances potenciales, tales anuncios son un factor de peso a incorporar en lo inmediato al análisis y a la actuación de un gobierno en extremo vulnerable. También, en otro sentido, es dato de interés para la oposición democrática y la protección de sus principios y logros; con conciencia de que la crisis venezolana no solo no pasa desapercibida sino que tiene densas ramificaciones internacionales, unas para bien y otras para mal. Con conciencia también de las oportunidades que ha abierto el mandato de la consulta y la importancia de saberlas cuidar, ampliar y administrar para avanzar en la ruta que trazó el manifiesto del 16 de julio.
Crédito: El Nacional
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