(ARGENTINA) La polarización entre Macri y Cristina

Mauricio Macri estaba con un raro malhumor cuando le llegaron las primeras noticias de una importante recuperación en las encuestas. Crecer siete puntos en apenas un mes no es una noticia habitual para ningún político, ni aquí ni en el exterior. La encuesta de Poliarquía registró, además, ascensos de los índices en otros rubros: la percepción de la situación actual o las expectativas en el futuro. El dato más significativo, con todo, es que el Presidente está tocando los 40 puntos de aprobación e imagen positiva.

La novedad coloca a Macri otra vez en la posibilidad cierta de la  reelección , siempre y cuando, desde ya, conserve la recuperación (o la aumente) en los próximos meses. Las razones del malhumor no se las contó a nadie, pero quienes mejor lo conocen aseguran que se debió a la decisión del juez  Claudio Bonadio de citar a indagatoria a su padre y a su hermano por los presuntos manejos de una empresa que su familia no controló nunca durante el kirchnerismo. Claudio Uberti, el arrepentido que delató a los pagadores de sobornos, aclaró en los tribunales que él nunca nombró a los Macri (lo que ya se sabía), pero que tampoco había aludido a ellos.

El destino de Macri es una mezcla permanente de suertes y percances. El crecimiento en las encuestas, el más importante que tuvo en un mes desde que es presidente, fue precedido por la recuperación de  María Eugenia Vidal . Es lo que sucede siempre. Pasaba con  Scioli y  Cristina Kirchner cuando ellos gobernaban. También caen juntos cuando caen. Esos comportamientos gemelos en las encuestas del Presidente y la gobernadora descalifican las especulaciones, ciertamente falsas, de que Macri podría resignar la candidatura y colocarla en manos de Vidal. Los dos están condenados a caminar juntos el año próximo, aun cuando la gobernadora es la más seria y consistente candidata a la presidencia en la renovación de 2023. Bien mirada, la recuperación de Macri no debería sorprender. El Presidente conservó un tercio de la aprobación (y, a veces, más) durante los peores meses de la reciente crisis cambiaria, que significó un fuerte sismo en las variables de la economía. Cuando la economía no logra torcer las conclusiones de la política es porque amplios sectores de la sociedad están impregnados por otros valores, ya sean institucionales, morales o sociales.

En la misma encuesta de Poliarquía, Cristina se consolida como la líder de la oposición. Es la jefa de un tercio destacado de la sociedad. Después de tres años con el kirchnerismo fuera del poder, los trazos gruesos de la política argentina no han desertado de dos liderazgos: Macri y Cristina. A pesar de las investigaciones sobre presuntos hechos de corrupción que la golpean permanentemente, tampoco la permanencia de Cristina debería sorprender. Entre las franjas del peronismo, la de ella es la que tiene un proyecto claro de poder. Proyecto antiguo, riesgoso y autoritario, pero proyecto al fin. Ella está logrando nuclear no solo al peronismo llamado «progresista», sino también a todo el antimacrismo. De los otros peronistas se sabe muy poco, salvo que quieren el poder. Si las cosas no cambiaran en los próximos meses, la polarización entre Macri y Cristina sería inevitable. La encuesta de Poliarquía es la fotografía misma de la polarización probable.

La decisión de Bonadio se coló en ese momento inoportuno, que el juez desconocía. Las circunstancias tienen a veces su propio ritmo. En su primera declaración como arrepentido ante la Justicia, Uberti nombró a una sola persona: Miguel Marcelino Aznar, de la concesionaria de autopistas Decovial. En aquel relato, Uberti situó a Aznar en la misma posición que Carlos Wagner, expresidente de la Cámara de la Construcción, como encargado de recaudar los sobornos de las autopistas. Wagner lo hacía entre las constructoras. Aznar se apresuró a desmentir esa aseveración de Uberti. Bonadio decidió entonces pedirle al organismo de control y seguimiento de las autopistas (Occovi) un informe sobre las empresas que eran concesionarias de autopistas entre 2004 y 2007, el nombre de sus accionistas y de sus directivos. El relato de Uberti llega solo hasta 2007, porque en ese año se fue del gobierno.

Bonadio citó a todos los accionistas de esas empresas, entre los que estaban, sin mayores precisiones, los Macri. Gianfranco Macri le llevó el jueves no solo su descargo, sino también copias de escrituras y certificados. Lo cierto es que en 2004, los Macri solo tenían el 7 por ciento de las acciones de Autopistas del Sol, el Acceso Norte, y carecían de un representante en el directorio y de poder de decisión. En la segunda y reciente declaración de Uberti ante el fiscal  Carlos Stornelli , cuando abundó en nombres de empresarios presuntamente sobornadores, no señaló a los Macri. Al fiscal le aclaró que los Macri no habían sido siquiera aludidos por él en la primera declaración porque los sobornos (150.000 dólares mensuales por empresa) venían de empresas que habían renovado los contratos. El Acceso Norte y el Oeste no renovaron en los años kirchneristas y, por el contrario, la española Abertis, la principal accionista de esos accesos, inició un juicio al Estado argentino en los tribunales internacionales del Ciadi por 1100 millones de dólares. O se inician juicios o se pagan sobornos. Es casi imposible que sucedan las dos cosas.

Una situación parecida sucede con Miguel Ángel Gutiérrez, actual presidente de YPF, también citado por Bonadio. Gutiérrez fue presidente de Telefónica y de Autopistas del Oeste (los Macri no tenían acciones en este acceso) durante los años 2002 y 2004. Gutiérrez debió abandonar los dos cargos por presión de los Kirchner a las casas matrices en España, luego de que reclamara por la seguridad jurídica en un Coloquio de IDEA. Nadie del empresariado salió a defenderlo entonces.

Ciertas decisiones de la Justicia tienen importantes repercusiones internacionales y, a veces, económicas. La prensa internacional consignó de manera destacada la citación judicial a la familia del Presidente (en algunos casos, en primera página). El mandatario argentino viene de reunirse con los principales líderes del mundo en la Cumbre del G-20 en Buenos Aires. Algunos de ellos podrían preguntarse quién es Macri. Ya el caso de  los cuadernos provocó una caída en el valor de los bonos argentinos parecida, o peor, que la que motivaron la sequía y las políticas de Trump. En el exterior, se comparó el caso argentino con el Lava Jato brasileño, que condenó a Brasil a una recesión de tres años. Fue un error: en Brasil se investigaba al partido gobernante, a un expresidente de ese partido y a funcionarios importantes del oficialismo. Aquí, la Justicia interpela a un gobierno y a funcionarios que se fueron.

A pesar de todo, los jueces deben llegar hasta el propio presidente cuando hay pruebas o indicios fehacientes, concordantes y convergentes. No fue eso lo que sucedió con la familia Macri, que se vio metida en el caso de los cuadernos por la inferencia que se hizo de la declaración de un arrepentido. Falta todavía que Bonadio avance en la investigación de la obra pública. Ahí está la empresa Iecsa, cuyo propietario en parte de los años kirchneristas, Ángelo Calcaterra, primo del Presidente, fue el primer dueño en presentarse ante Bonadio como arrepentido. Iecsa era de la familia Macri hasta 2007, cuando Franco Macri se la vendió a su sobrino Calcaterra. Mauricio Macri fue desde 2005 diputado opositor al kirchnerismo y en 2006 lanzó la candidatura a jefe de gobierno de la Capital para sacar del poder local a los seguidores de los Kirchner. Ganó. Fue el primer paso de una carrera que terminaría en la presidencia. El riesgo de las decisiones de Bonadio sigue pendiente, aunque sea para demostrar que la Justicia está en condiciones de llegar a la familia presidencial. Algo que, por cierto, ni Bonadio ni los fiscales Stornelli y Carlos Rívolo necesitan demostrar. Ya lo demostraron en tiempos mucho más peligrosos.

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