PATRIA ESPECTACULAR
Por Alexander Gamero Garrido
La civilización del espectáculo(…) ha generado una obsesión por representar la vida, en la que nos hemos olvidado de vivirla
Mario Vargas Llosa
Vivimos en un mundo donde lo light se ha apoderado de la cultura [1]. Pero ¿qué es la cultura, sino una expresión del pensamiento colectivo?
No es la masificación de la transmisión de información, ni la masificación en el acceso a ella – al menos no solamente – lo que ha producido esta nueva forma de ver al mundo. Anterior a ella está el desprecio por el esfuerzo intelectual, ese paradigma de liceo donde los gallos son los malos y los vagos son el modelo a seguir; sería ingenuo pensar que se limita a los ámbitos académicos. Esa “natural propensión a divertirnos” [1] ha invadido cada rincón de nuestros esquemas mentales, resultando en una tendencia colectiva a dejar de pensar y entregarnos a la rumba.
La política es vista por muchos como ajena a la cultura, y por tanto podría creerse inmune a la pérdida de densidad en su contenido.
¿Cuáles son las implicaciones políticas de la cultura light?
A final de cuentas, ¿qué es la política sino una suma de percepciones individuales, una concatenación de paradigmas sobre los espacios públicos que tiene cierta población?Como tal, y con el agravante de compartir los medios de comunicación con la cultura, la política no escapa a lo light. Todo el que quiera hacer política tiene que ser capaz de entrar en la – percibida – solución a los problemas que aquejan a la gente, y para lograrlo lo primero que tiene que hacer es que lo escuchen.
“Lo que tiene éxito y se vende es bueno y lo que fracasa y no conquista al público es malo. El único valor es el comercial. La desaparición de la vieja cultura implicó la desaparición del viejo concepto de valor. El único valor existente es ahora el que fija el mercado.” [1]
Y qué valor: en un país dominado por las noticias de La Patilla, por las predicciones del Profeta Reinaldo y las fotos de contraportada de El Propio, no es sorprendente que la política se convierta en una sala de teatro en la Asamblea Nacional, en un concierto de Caramelos de Cianuro para cerrar un mitin, y en un Presidente animador y host y protagonista de su propio reality show. Cualquiera que intente agregar contenido programático a su batería de anuncios, diciendo por ejemplo cómo carajo es que piensan disminuir la delincuencia, se encuentra con El Gran Bostezo [1]. Con un contenido que no tiene muchos me gusta ni ningún retuit. Con un oyente que cambia el canal, por qué total, para qué enrollarse con tecnicismos, si la vida es una sola y yo mejor me voy a ver el video de la Diosa Canales (+Fotos +Uy que rico mami).
Patria Espectacular
Nos encontramos entonces con un país donde no tenemos una “política del espectáculo” sino donde el espectáculo ES la política. Donde le decimos a nuestros representantes que nos entretengan un rato, y que en el proceso nos convenzan de que ellos son los propios para gobernar. Pero no queremos saber cómo. Si no cabe en 140 caracteres con un videíto de YouTube incluido, mejor guárdatelo.
Sin embargo… no todo está perdido. Hemos llegado a una cúspide de Patria Espectacular, dónde el sólo hecho de comprar papel higiénico se ha convertido en un hecho extraordinario y digno de tuitear. Y es en la cúspide, después de todo, dónde mejor se divisa el horizonte hacia los dos lados, hacia el pasado y hacia el futuro.
La degeneración de nuestra calidad de vida parece estarnos haciendo reaccionar, levantarnos enratonados de la pea de la década y media de la Patria Espectacular (literalmente). Aunque el dolor de cabeza arrecie, y las ganas de volvernos a ir de zafra siempre estén presentes, se están haciendo eco ciertas voces que claman a la cordura: al esfuerzo paulatino y al abandono de las soluciones mágicas como-lo-vio-en-TV.
Pareciera que, por una vez, vamos a bajarle el volumen a la salsa y a rechazar ese noveno trago de ron, para poder ver con –cierta– sobriedad cómo fue que llegamos a este desastre y a donde queremos ir. Esperemos que la lucidez nos dure lo suficiente.
Si no, estamos en riesgo de tener en casa siempre un poco de Patria Espectacular, pero sólo eso. Todo lo demás estará agotado.
[1] Mario Vargas Llosa, La Civilización del Espectáculo. Editorial Alfaguara, 2012.
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