Cuba se levanta
La revolución socialista de Fidel Castro llegó a Cuba hace 62 años, desde entonces más de 5 generaciones han sido testigos de lo que para algunos es el sueño utópico, y para la mayoría es, sin dudas, el infierno en la tierra.
Para los años 50, Cuba se apuntalaba como La Isla más codiciada de la época, llegó a contar con el primer hotel de lujo que tenía aire acondicionado en Latinoamérica, lo que dejaba en clara evidencia su ascenso hacía las vías de desarrollo y de prosperidad. Posteriormente dichas instalaciones, junto a cientos de empresas fueron expropiadas y nacionalizadas, con la llegada de Castro al poder, dando inicio a la peor debacle nunca antes vista en un país de la región.
Aplicaron el socialismo de la Unión Soviética al pie de la letra. El sueño de la igualdad, justicia social, y la redistribución de la riqueza, se convirtió en miedo, persecuciones, asesinatos, y resultó en la pobreza absoluta del pueblo mientras que la cúpula que usurpaba el poder cada vez era más millonaria. Los Castros invirtieron sin reservas, en herramientas que les permitieran someter a la ciudadanía con tal de afianzar su régimen.
Meticulosas redes de espionaje internacional al servicio de políticas injerencistas, un sistema de médicos esclavizados a merced de sus captores cuyo objetivo no era otro que atentar contra la estabilidad de la región y las estampas del Ché Guevara por las calles de La Habana, era el único consuelo que podían acariciar quienes alguna vez confiaron en “la revolución”.
En 1994 intentaron rebelarse, fue el popular «Maleconazo». La protesta contra el régimen más grande que había tenido La Isla en al menos 20 años. «Cuba sí, Castro no», dejaba en evidencia el espíritu libertario que tenía la inmensa mayoría de los cubanos. Pero la protesta sólo duró un día, y terminó con decenas de muertos, encarcelados y desaparecidos.
Desde entonces Cuba parece haberse convertido en una referencia para lo bueno y para lo malo; para lo que no queremos los ciudadanos en nuestros países, y para lo que anhelan los regímenes tiránicos como en Nicaragua y Venezuela.
Cubanos que no pueden disfrutar de sus propios paisajes, que deben conformarse con tarjetas de racionamiento de comida, madres llorando a sus hijos que abandonaron La Isla, y el Malecón que en algún momento fue el epicentro de un revuelo contra el socialismo, se convirtió en el recuerdo de aquellos que nacieron en dictadura pero querían vivir en libertad. Esto era Cuba, hasta hace algunos días.
Nadie imaginó que después de 62 años bajo la opresión del régimen castrocomunista, Cuba se levantaría para luchar por recuperar su anhelada libertad, y aunque todo comenzó como un «tuitazo» con el #SOSCuba, una campaña en redes sociales para visibilizar la grave crisis humanitaria que viven los ciudadanos en sus casas y hospitales, a la que se sumaron grandes artistas e influencers, jamás imaginaría el régimen que se materializaría en las calles bajo la consigna de «Patria y Vida».
Esto no debe sorprender a nadie, pues ya lo decía el Libertador de Cuba, José Martí, «Algún día existirá un alzamiento de individuos pacíficos y se convertirán en guerreros por una vez para que ni ellos ni nadie jamás tengan que volver a ser soldados.»
Los seres humanos nacimos para ser libres, a pesar de las amenazas, de las persecuciones y del miedo, la libertad siempre hará eco en los corazones de las almas que se atreven a soñar con un país mejor.
Por eso los ves en las calles, en casi todo el país, protestando a las afueras del Capitolio de La Habana, rompiendo las fotos de Fidel como muestra de la ruptura irremediable con la revolución socialista, gritando libertad sin miedo a que los persigan; lo que ha llevado que hasta el día de hoy hayan más de 100 desaparecidos y heridos.
Pero ¿Será esto más de lo mismo?
Esta vez puede ser distinto; esta vez la figura de Fidel Castro no llegará al Malecón. Una pandemia que ha colapsado todo el sistema de salud, revelando la verdadera cara de los que por años se jactaron de mentir diciendo que Cuba tenía el mejor sistema de salud del mundo, mientras los pacientes mueren en pisos de hospitales, sin insumos, sin medicinas, sin personal de salud, y a esto le agregamos el hambre, la falta de recursos, y encima una Venezuela en la quiebra que ya no puede mantener los caprichos sanguinarios de Raúl Castro y Díaz-Canel. Esta vez puede ser distinto, por eso siguen en las calles.
Es necesario que las democracias del mundo respondan al llamado de los ciudadanos en La Isla. Los países libres, así como las organizaciones internacionales deben volcar su atención y manifestar con hechos su apoyo a una nación que pide ayuda, no sólo porque significa la liberación total de un pueblo que lleva sometido más de 6 décadas, sino porque significa también la liberación de Bolivia, Nicaragua, Venezuela, y de toda una región sometida bajo el nefasto Foro de Sao Paulo.
El Foro de Sao Paulo no es más que la reunión de regímenes totalitarios y movimientos de izquierda que utilizan la miseria y la muerte como métodos para someter a la población a sus intereses de dominio y poder absoluto.
Esa fue la estrategia de Fidel Castro, que luego le heredó el poder a Raúl Castro -su hermano- y posteriormente es heredado a Diaz-Canel; con la intención de hacerse perpetuos y promover políticas injerencistas para desestabilizar a la región, en complicidad con el régimen de Hugo Chávez y posteriormente de Nicolás Maduro.
Claramente, los regímenes de Venezuela y Cuba son aliados estratégicos que buscan atornillarse al poder al costo de la vida de decenas de miles de ciudadanos inocentes. Su único objetivo es la opresión de quienes reclamen su libertad.
¿Será que los Gobiernos democráticos del mundo permitirán que el régimen castrocomunista se salga con las suyas?
Esta vez no podemos permitirlo.
Esta vez se trata del levantamiento de un pueblo que dice basta a la revolución.
Esta vez no es más de lo mismo.
Esta vez se trata de la libertad.
A mis hermanos cubanos, cuenten con esta servidora; ha llegado la hora de la libertad.
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