DEL BARRIO A LA CIUDAD

Por Efrén Rodríguez

@er251173 

 

 

 

Caracas, en algún momento fue nombrada como la sucursal del cielo. Dicha aseveración sonaría hoy como un auténtico chiste cruel. En este sentido, Marco Negrón, conocedor del tema ciudad, expone algunas consideraciones de peso para asumir el tema de los barrios informales. Por lo pronto, Caracas y el infierno son la misma cosa.

 

Del barrio a la ciudad

Marco Negrón

 

Aunque con Argentina y Uruguay el nuestro es uno de los países con más alto índice de urbanización de América Latina, la calidad de su medio urbano es no solo precaria sino que registra un deterioro sostenido. Esta paradoja ha sido comentada por quien escribe en diversas ocasiones, pero ahora se quisiera insistir en un aspecto particular de la misma: la desproporcionada dimensión que en ellas han alcanzado los barrios informales, donde habita más del 50% de la población urbana venezolana frente a una media latinoamericana, que no es precisamente baja, del 30%.

 

Como se ha dicho tanto, nuestras ciudades presentan hoy carencias en todos los órdenes, desde la movilidad hasta la seguridad personal pasando por la vivienda y la escasez y mala calidad del espacio público, pero estas nos afectan a todos aunque no siempre en el mismo grado. En cambio, la situación de los barrios afecta solamente a sus habitantes, lo que da lugar a una forma evidente de discriminación porque, particularmente en términos urbanísticos, sus estándares son significativamente inferiores a los del resto de la ciudad pese al grado de deterioro que, como se dijo, éstos registran.

 

Aunque sorprendentemente algunos siguen pensando así, esa no es una población marginal sino, por lo contrario, protagonista de pleno derecho de la modernidad venezolana, sea lo que sea esa modernidad; ciudadanos que, venciendo innumerables obstáculos y resistencias, impusieron a pulso sus ansias de ciudadanía. Su esfuerzo, sin embargo, fue insuficiente para atender la dotación de infraestructura y servicios comunitarios, tarea que en rigor corresponde al Estado. Carencias que se siguen agravando ante la pasividad de las autoridades para encarar la situación.

 

Si esa fractura no se sana, nada de lo que se haga en nuestras ciudades pasará de ser un simple paño caliente: hoy la tarea más apremiante es hacer del barrio ciudad. La reubicación de sus habitantes en nuevos asentamientos no es factible económicamente ni conveniente socialmente: la única opción es intervenirlos a fondo para convertirlos en ciudad en el sentido pleno de la palabra, sanando sus carencias en servicios y equipamiento. Es lo que se ha hecho de Río de Janeiro a Medellín, incluso lo que en sus años iniciales ensayó este gobierno abandonándolo inexplicablemente.

 

 

 

marco.negron@gmail.com / @marconegron

Fuente: El Universal / 02-10-2013

 

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