LAS CONVENCIONES MARCAN EL TRAYECTO FINAL EN ESTADOS UNIDOS

Por Felipe Vallejos

 

Las convenciones republicanas y demócratas terminaron y las cartas están echadas. Mitt Romney y Paul Ryan por un lado, Barack Obama y Joe Biden por el otro. Una contienda con favoritismo hacia el oficialismo pero sin sentencia definitiva, una ventana que en cualquier momento se puede abrir para los republicanos.

 

Los discursos midieron el nivel de entusiasmo del público opositor y el que está actualmente ocupando la Casa Blanca. Los números pero sobre todo las sensaciones, hablan de un paso arrollador de la Convención Demócrata, que pareciera que el empujón de la victoria en 2008 todavía le alcanza para causar impacto, para reinventarse y para cimentar su camino en el poder cuatro años más.

 

Primero fue el turno de los republicanos, que se humanizaron gracias a Ann Romney y se rieron a manos de Clint Eastwood, que planteó de manera inteligente una conversación con una silla vacía, supuestamente ocupada por el presidente de Estados Unidos.

 

Sin pena ni gloria la intervención de Mitt Romney, que de acuerdo a diversas encuestas, fue el discurso peor evaluado, una señal devastadora si se trata del candidato a la presidencia, un cargo que ve cada vez más lejano.

 

Lo de Michelle y Barack Obama fue simplemente una clase magistral de oratoria. Su presencia, entonación y un mensaje de cercanía con los problemas sociales, le dieron las credenciales para graduarse una vez más ante los ojos demócratas, el escenario anterior al sometimiento a las urnas en noviembre próximo.

 

Las encuestas favorecen al presidente pero están lejos de tener una tendencia clara. Mitt Romney no despierta el entusiasmo necesario, aun cuando la economía apremia y el rumbo que Obama lleva no se percibe como el correcto.

 

La cuenta de ahorro de esperanza y cambio de Barack Obama, que comenzó en 2004 con un discurso histórico, parece alcanzarle al presidente para reelegirse y dejar a los demócratas cuatro años más, para terminar el trabajo pendiente y emprender la retirada presidencial, como un mandatario histórico o uno que defraudó. El tiempo dirá.

 

 

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