¿ A DÓNDE SE NOS FUERON LOS VALORES?
Por Isabel Ramírez
@IsaRamirez16
En Venezuela, la frase “se nos fueron los valores” es más usada que un simple buenos días. Es ambiguo pensar que todos parecemos muy preocupados porque los valores se nos están yendo quién sabe a dónde, pero no nos damos cuenta que con nuestras actitudes y acciones seguimos dando pie a que como muchos ya lo hicieron, los valores también se vayan del país.
En los últimos años, Venezuela ha estado en un vórtice de sucesos y emociones que son capaces de trastornar a cualquiera y esto, a mi parecer, afectó la manera en la que vivimos. Le dio pie a los antivalores a que comenzaran a desarrollarse. Un país que siempre fue conocido por la calidez de sus habitantes y la buena educación, es ahora una marea de irresponsabilidad, deshonestidad, indiferencia, intolerancia y odio.
Todo esto es producto del rompimiento social, de la celebración de los malos hábitos de un pueblo por un gobierno desesperado por aceptación. La impunidad descarada nos ha hecho pensar que los brazos de la ley ya no son lo suficientemente largos para alcanzarnos. Tenemos la sensación de ser intocables y por esto no nos preocupamos en cumplir ni la más pequeña de las normas.
Debido a esto, vivimos en una sociedad en la que sorprende más aquel que dice los buenos días que el que no los da. Nos impresionamos al ver a una persona ceder un asiento en el autobús y hasta el hecho de comprar comida saca a relucir lo peor de cada quien. Vivimos en una selva de concreto donde el antivalor es el rey.
Constantemente oímos en las calles que este país se perdió. Que es culpa del gobierno que estemos como estemos pero no pensamos que el cambio está en nosotros mismos. Tenemos que dejar de pensar en que por colearnos somos más vivos que los demás, dejar de pensar que hay que hacer chanchullo para hacer más rápido un trámite y dejar el odio a un lado.
Tenemos que comenzar a ser más amables, a recordar lo que se siente al hacer una buena acción y volver a ser los venezolanos orgullosos de ser educados, cálidos y felices que alguna vez fuimos. Dejar de sentir que debemos estar a la defensiva, volver a pensar que el de al lado es un hermano y no un estorbo y así recuperar el color de este país que poco a poco se nos fue poniendo gris.
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