Oda al caucho

Por Andrés F. Guevara.

@AndresFGuevaraG

 

 

 

En tiempos de déficits, en donde la carencia de democracia pareciera que solo pudiera curarse con la ingesta de vitaminas de los Picapiedras, ha llegado el momento de rendirle homenaje a las cosas intrascendentes. No vaya a ser que ahora también les dé por encarcelar a quienes escriben manifiestos en contra de un gobierno conocido por sus amplias y robustas virtudes democráticas.

 

De este modo, hemos decidido rendirle homenaje a un polímero elástico, derivado de una planta conocida como la Hevea brasiliensis, mayormente producida en Brasil, China, México y Vietman. A estas alturas ya deben saber que nos referimos al caucho.

 

¿Por qué rendirle un homenaje al caucho en estos momentos? ¿Es que acaso el país no tiene cosas más importantes sobre las cuales debe escribirse? No sé ustedes, pero en un país en el que existe una democracia, nutrida por constantes fiestas electorales, plantear temas relativos a la violación de derechos humanos, persecuciones y detenciones arbitrarias luce como muy démodé.

 

Así que volvamos al caucho. Numerosos son los agradecimientos que debemos darle al polímero.

 

El caucho ha servido de epicentro para la protesta. No es casual que en la vieja usanza quien protestaba fuera calificado de “quema caucho”. El caucho es, de esta forma, símbolo vivo de la protesta, corcel inflamable de barricada que solo equipara su estima ante la basura que conforma el alma de cualquier trinchera urbana.

 

Llegados a este punto es importante diferenciar que el aprecio sobre el caucho es mayor que el que se le tiene a la basura por quienes protestan. Y la razón de esta afirmación no debería ser tan complicada como ustedes se imaginan. Y es que sí, como ya se figurarán, la basura tiene la tendencia a oler mal. Y al desprender un poderoso hedor –que no se soluciona con máscara alguna– la basura no puede constituir un mecanismo de defensa más allá de la barricada. El caucho, en cambio, puede utilizarse como escudo protector, y según cuenta la leyenda, más de un superhéroe casero ha construido su traje a base de caucho. Y estemos claros: un superhéroe sin traje no es un superhéroe.

 

El caucho a su vez sirve como arma biológica. Tiene una capacidad solo comparable a la de los pipotes para almacenar aguas estancadas y con ello convertirse en criadero de mosquitos, los cuales a su vez se constituyen en portadores del dengue, una de esas enfermedades tropicales del tercer mundo que no sabemos cómo siguen existiendo en una nación autoproclamada como una potencia. Lo cierto del caso es que el dengue puede afectar a las fuerzas represoras y hay quien tiene cifradas sus esperanzas en esta posibilidad junto con unas velitas. El único problema es que un mosquito le puede picar a cualquiera, siendo así un arma de doble filo.

 

Así como puede enfermar, se ha descubierto que el caucho tiene propiedades curativas y es bueno para la salud. Varios testimonios aseguran que cargar un caucho para montar barricadas es muy efectivo para tonificar los músculos de la espalda y los hombros, constituyendo así un entrenamiento muy efectivo para tener el cuerpo de un nadador sin necesidad de ir a la piscina. Más de uno verá esta cualidad como una bendición en los tiempos de caos y tráfico que impiden una adecuada rutina de ejercicio. Cosa extraña en un país sujeto a tanta normalidad.

 

Dirán que hasta ahora he obviado lo esencial. Que el caucho se usa sobre todo para que los vehículos circulen y con ello la sociedad tenga un medio de transporte. Eso es muy cierto en casi todo los lugares del mundo. Lugares, por cierto, signados por una anormalidad muy extraña. Las cosas parecen funcionar.

 

Pero en Venezuela, un país normal, ver cauchos en los carros es algo raro. Cada vez es más difícil encontrar cauchos –seguramente por el incremento de la demanda por las barricadas en contra de la democracia–, y los vehículos tienen la tendencia a quedarse varados porque, según se dice, no hay repuestos y hay problemas de abastecimiento de gasolina en un país petrolero. ¿Quién va a creer semejantes tonterías?

 

Agradezcamos al caucho por todo lo que nos ha dado.

 

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