La censura no puede con el humor
Por Mónica Duarte
@M0n1k1ta
Muchos nos hemos acostumbrado ya a la censura. El ver en los medios, impresos y audiovisuales, una realidad maquillada o completamente desconectada con lo que se vive en las calles es el nuevo patrón del “periodismo” venezolano. Esta censura que ha impuesto el gobierno se ha colado de a poco. Algunos la ignoran por esa característica de haber sido diluida suavemente, pero si hoy comparamos nuestros medios con el ideal de comunicación en libertad la distancia es imposible de salvar. Los casos particulares sobran y, aunque se suelen olvidar, juntos hacen peso en el expediente de opresión.
El despido de Rayma Suprani fue razón suficiente para despertar una voz “gremial” dentro de los comunicadores y periodistas que ven su oficio morir lentamente ante el silencio que busca imponer el gobierno. El pasado 27 de septiembre, en una sarcástica conmemoración del Día Mundial del Acceso a la Información Pública, tuvo lugar un evento de comunicadores y para comunicadores: “La censura no tiene gracia”, en la sala experimental del Centro Cultural Chacao.
Con el propósito de demostrar como el humor es una herramienta para vencer la censura se llevó a cabo una jornada de solidaridad y protesta de la mano de reconocidos caricaturistas, humoristas y periodistas. Desde la entrada del evento se podía notar la intención clara de transformar la denuncia en una crítica humorística. A las afueras del teatro se encontraba una novia, María Begoña de la Escasez, con una lista de bodas compuesta por los artículos de la cesta básica que no se encuentran, cesta que fue rifada al finalizar el acto.
La conducción estuvo a cargo de Kiko Bautista y Mary Montes quienes intervenían entre bromas y reclamos para presentar los testimonios de cada orador. La primera en hablar fue Silvia Alegrett, coordinadora de Expresión Libre y expresidenta del CNP, quien muy formalmente dio su palabra de aliento al oficio del periodismo en la difícil situación del país.
En seguida, tomo la palabra la reconocida articulista Ana Black, que para esta ocasión decidió leer un texto escrito cuando salió del aire el programa ChataingTV, por ser censurado. Luego, el chispeante profesor Briceño tomó la palabra para expresarse ante la lamentable situación que atraviesan las personas talentosas atacadas fuertemente y expulsadas de sus espacios. Por su parte, Isnardo Bravo, antiguo ancla de El Observador en RCTV y que actualmente se despeña como ancla del noticiero en Vertvnoticias.com porque “no sabe hacer otra cosa que no sea ser reportero”, presentó el manual de la autocensura perfecta. Una intervención sarcástica de como la censura se ha internalizado y es hoy una excusa para parecer equilibrado e imparcial.
El primer caricaturista en hacer presencia fue Fernando Pinilla, humorista gráfico de los diarios La Voz y La Región. Entre las denuncias que hizo Pinilla mencionó amenazas de muerte y difamación pública. Sin embargo, terminó su intervención con una contundente frase que le valió el aplauso y admiración de los presentes: “no me dejo censurar el lápiz”. No cabe duda que los caricaturistas de hoy se sienten comprometidos con su labor periodística más que nunca. Las caricaturas de Pinilla adornaban todo el espacio del Centro Cultural Chacao con sus contundentes mensajes contra el presidente.
Como representante del Colegio de Periodistas habló Lisbeth De Cambra, Secretaria General de la seccional Caracas. Su intervención comenzó en tarima bajo un paraguas rojo símbolo de que sólo estando así se puede estar protegido por el gobierno. “El periodismo se ejerce de pie porque las verdades no se pueden decir de rodillas”, comentó De Cambra con respecto a la necesidad de no dejarse vencer por los obstáculos del gobierno. Por su parte, Octavio Montiel deslumbró a todos los presentes recitando versos sobre la censura.
Luego, llegó el turno de Mariana Gómez, quien hizo gala de su experiencia en el Stand Up y sus atributos como cantante al interpretar “Me falta todo”. Confesó que al salir de Globovision se dijo a si misma: “si tengo que salir a cocinar, a cantar o a hacer otra cosa lo hago. Siempre hemos defendido a otros gremios ¿Por qué no me les voy a unir?”. Además, comentó con firmeza que hay muchos colegas trabajando que no están cómodos en los medios comprados y que defienden la línea opositora.
Una de las intervenciones más esperadas fue Eduardo “Edo” Sanabria. Edo hizo un recuento por su paso por los medios impresos y el impulso que ha tenido su trabajo recientemente gracias a las redes sociales. El caricaturista cree que los medios tradicionales están caducando, más aun en Venezuela por las trabas que pone el gobierno, pero a pesar de esto “mientras el país va peor el humor florece más”.
Cuando la invitada especial, Nitu Pérez Osuna, leyó una carta a su nieto la pantalla se ilustro con una caricatura echa por el mismo Edo sobre Nitu. La carta conmovió a todos los presentes, con sentidas palabras la periodista expresó el miedo de tener que entregarle un país sumido en el odio a su nieto. Aunque a la vez, hizo énfasis en el poder de la risa, los sueños y la esperanza que cobra vida en las generaciones futuras. Los aplausos no se hicieron esperar.
Por último, le llegó el turno a Claudio Nazoa, encargado de cerrar el evento. Entre anécdotas graciosas animó el final de la jornada puesto que para él alguien que tiene sentido del humor está siempre libre. «Yo tengo la idea de que más censurados están los que están dentro del gobierno», dijo sobre los múltiples testimonios de empleados públicos que se le acercan y le agradecen el trabajo que hace como humorista.
Al terminar todas las intervenciones los más de 200 asistentes se retiraron con un copilado de testimonios, denuncias, palabras de apoyo y de aliento, reclamos, anécdotas, esperanzas y protestas que se hicieron presentes en las voces de todos los participantes. Esperemos que estos eventos tan originales y enérgicos sigan cargando de reales fuerzas a esos trabajadores de los medios que día a día se batallan por dejar ver una parte de la realidad que el gobierno desea ocultar. Quedó claro que la censura no puede, ni podrá, con el humor.