La devaluación civil
Por Alfredo Yánez Mondragón
@incisos
La unión cívico-militar termina en caja. En ese lugar de los desencuentros, la casta formada para la disciplina y la obediencia –entendidas pésimamente en la actual coyuntura nacional- los de uniforme y gritos de guerra se retratan con alegría, y cada cierto tiempo se les reconoce la sumisión con aumentos, nominalmente significativos. El otro grupo, difícilmente llega al lugar, y cuando lo hace se le obliga a conformarse –y hasta a aplaudir- una etiqueta que dice: mínimo.
Pero no solo se trata de la devaluación monetaria; de la degradación a la que está sometida la clase trabajadora popular, que cada día entiende más que el mensaje radica en la separación del empleo formal, por ser económicamente inviable. Se trata en definitiva de una devaluación de lo civil, que sucumbe ante la imposición del uniforme como sostén del país.
Lo civil está devaluado, como lo están también todos estos infelices anuncios de incrementos nominales en el ingreso, que no se corresponden con la realidad que se vive.
Lo civil se diluyó en el país. Lo civil quedó para aplaudir discursos anacrónicos, bañados en cháchara que en nada repercute en el oxidado aparato productivo nacional. Lo civil se devaluó cuando se entregó a los poseedores de las armas; que ahora regentan hasta las colas de los supermercados.
De la soberanía nacional y de la defensa del marco constitucional poco. Ahora lo militar es para estar detrás de un escritorio, para firmar guías de movilización, para imponer su orden cerrado; traducido en esa verdad que mantel en el piso, de trampa en la frontera, de ojos volteados a la hora de entender los mandatos expresos que dicen más que las instrucciones de boca, pero que terminan en letra muerta porque más vale un carrito chino, o quizá alguna agregaduría.
Entre tanto, lo civil se repliega, en lamentables casos se conforma; en muchos sucumbe.
Lo civil es lo mínimo. En salario, pero también en ejercicio de ciudadanía; en responsabilidad asumida.
Eso pasa cuando la narrativa nacional se cimienta en héroes de espada y fusil. Tomará mucho tiempo para que el país rescate a sus cimientos civiles; que los tiene, y a partir de ellos, construya una épica válida; donde lo mínimo se constituya en referencia y no en baremo de igualación hacia abajo.
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