Sustitución no es cambio
Sustituir al gobierno no necesariamente implica la generación de un cambio. Al menos, no de un cambio positivo y perdurable. Con la sustitución se activan modificaciones cosméticas, accesorias, como las que operan en el país desde finales de 2012.
Para que opere un cambio de verdad, hace falta mucho más que la sustitución de un gobierno por otro, incluso bastante más que un discurso a la contra.
El cambio requiere de convicción, de planteamientos gruesos y finos, que deriven en la transformación del individuo, en conciencia de que ese proceso es arduo, lento, progresivo, pero necesario, y sobre todo, permanente.
Por esa razón el cambio no se determina en una fecha concreta, ni se cuantifica en meses o semanas. Por tanto, el cambio no puede ser ya, ni tampoco puede decretarse. El cambio es una actitud que se labra de manera individual, se contagia y concluye como movimiento colectivo.
Con la intención de que se sientan aludidos quienes deben, hay que advertir que el cambio amerita respeto por parte de quien lo pregona y lo predica, para que quienes se siente atraídos por esa prédica, confíen, y también lo respeten.
Cuando la bancada parlamentaria de la Unidad, comienza a emitir pronunciamientos sectorizados, con nombre propio de algún partido político, falta a la promesa de unidad de la campaña electoral, pero también a la promesa de cambio que se viene predicando desde hace –al menos- dos lustros.
Los lanzamientos “oficiales“ de precandidaturas a gobernaciones y alcaldías, en medio de la más grande crisis humanitaria que ha vivido Venezuela, son otra muestra inequívoca de que el cambio no ha llegado a la conciencia de quienes lo pregonan, porque –parafraseando a Otto von Bismarck- insisten en pensar en las próximas elecciones y no en las próximas generaciones.
Mientras se apliquen los mismos métodos, se obtendrán los mismos resultados. El país necesita pensarse de otra manera, y eso pasa por creer que de verdad este es el momento de activar un cambio real, desde la estructura. Lo contario sería –en el mejor de los casos- una simple sustitución; y eso, no nos va conducir hacia el desarrollo.
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