Hail, Caesar!: una locura con sentido
De la mano de los hermanos Ethan y Joel Coen, nos llega esta divertida cinta que nos cuenta un día en la vida de Eddie Mannix, productor de la Capitol Pictures, y cuyo trabajo consiste en resolver todos los inconvenientes que puedan surgir en la producción de sus películas. Aunque en realidad es la historia del Hollywood de los años ’50.
Sus escenas, cargadas de mucho humor, analizan con ojo crítico el frívolo, volátil pero interesante estilo de vida del mundo del cine, que no termina de ser juzgado negativamente. Es por esto una verdadera parodia, en la que desfilan personajes muy típicos del momento, tales como el actor de westerns, la actriz sensual, el actor estrella y los de musicales. Una manera inteligente, por parte de los hermanos Coen, de generar una discusión en torno del Studio System, no por ello sin suscitar nostalgia por aquella “fábrica de sueños”, que es como define el protagonista en la película a la industria cinematográfica. Así, nos ofrecen su versión de una industria a la cual podremos siempre criticarle muchas cosas, pero sin la cual no somos capaces de vivir.
En cuanto al casting, éste no podría ser más coherente. Porque ¿quiénes mejor que las estrellas de hoy en día para interpretar a las de antaño? Scarlett Johansson, George Clooney y Channing Tatum, por ejemplo. Sus historias se van desarrollando brevemente alrededor de la trama principal en la que Eddie Mannix, como buen productor, es capaz de lidiar con miles de asuntos a la vez en tan solo 24 horas.
Por un lado, la trama plantea el secuestro de Baird Whitlock, el actor estrella de una película sobre Cristo, en ese momento en fase de rodaje; y por otro, que a Mannix le ofrecen otro trabajo que si bien no es en el medio, le haría ganar más dinero. El protagonista hace frente a todo esto, y además le sobra tiempo para ir a la Iglesia con a confesarse, pues es un ferviente católico.
El largometraje puede ser visto desde un punto de vista histórico, si bien los hechos reales están completamente maquillados. Eddie Mannix fue un productor que se dedicó por casi cuatro décadas a la MGM. Era conocido como un “fixer”, una persona dedicada a ocultar los escándalos de los actores más famosos para que pudieran continuar con sus muy rentables carreras. Pero la realidad, es que su vida personal fue mucho más complicada que el benévolo retrato que la película hace de él. Adulterio y una presunta conexión con la mafia son un ejemplo de esto.
Las tramas de los personajes secundarios también mezclan la ficción con hechos reales. Por ejemplo, la historia de DeeAnna Moran, interpretada por Scarlett Johansson, es en realidad la de la actriz estadounidense Loretta Young, quien tuvo una niña con Clarke Gable (para ese entonces casado). Young dejó a la niña en un orfanato, y la adoptó dos años después.
Si bien es muy entretenida, Hail, Caesar! no ha salido muy airosa entre las críticas que la consideran una obra menor de los cineastas estadounidenses, también autores de las aclamadas The Big Lebowski y No Country for Old Men. Es de suponer que ése es el problema con la fama: una vez que se logran buenos resultados, la vara siempre estará alta. Pero esto no impide que no podamos disfrutar de una comedia bien llevada a cabo.
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