La reunión de cinco horas

Por Ricardo del Búfalo

@RDelBufalo

 

 

 

OBRA EN UN ACTO

 

Interior. Día.

 

En una amplia habitación de paredes blancas, iluminada artificialmente, sin ventanas, a puerta cerrada, están reunidos cinco hombres. Uno de ellos, PACIENTE, está acostado en una camilla viendo un programa de televisión llamado ¿Quién es el culpable?, en el que se dramatiza un juicio por violencia de género. En la única silla de la sala está sentado REGORDETE, quien mira constantemente a los otros cuatro sujetos. YERNO está sentado en la poceta, pero no por indigestión sino por cansancio: ya van cuatro horas de reunión y todavía parece que no termina. ALTOTE, quien también es bastante catire, camina sin cesar de lado a lado. Finalmente, BIGOTUDO prefiere estar parado (aunque no hay otra opción) y suele apoyar las manos en los bordes de la mesa cuando habla. Sin embargo, desde que empezó el programa de televisión nadie habla, a petición de PACIENTE.

 

PRESENTADORA DE TELEVISIÓN: «Oye, tú, mujer. Tú has traído a tu hombre para acá para demandarlo por tener el pene muy grande. Explícame eso, a ver…»

 

MUJER: «Él me ha hecho mucho daño, doctora. Si usted supiera lo que se siente hacer el amor con ese hombre, es horrible, es como si le rascaran la espalda por dentro»

 

PACIENTE: «¡Jijiji! ¿Escuchaste eso, Regordete? ¡Como si le rascaran la espalda por dentro! ¡Jijiji! Todo lo contrario que te pasa a ti, que las mujeres dicen que sienten que más bien les rascas la…»

 

REGORDETE: «¡Sí, ya me sé el chistecito!»

 

PACIENTE: «¡Ahhh! ¿Te vas a picar? (Tose) ¡Tiene el pipí chiquito!»

 

Todos ríen, menos Regordete.

 

REGORDETE: «¡Ya, pues! Sigamos…»

 

PACIENTE: «¡Jijiji! Yo sí gozo contigo, Regordete»

 

BIGOTUDO: «Mi Paciente, entonces, ¿usted está seguro de lo que me ordenó?»

 

PACIENTE: «¿De no devaluar de nuevo? ¡Claro! Esa es mi voluntad firme, plena como la luna llena, absoluta, irrevocable, total. Si es verdad lo que dicen los doctores, este año no puede haber otra devaluación. Por lo menos no antes de asegurar la victoria. Serían dos elecciones en ocho meses, hay mucho que perder»

 

ALTOTE: «Pero, Mi Paciente, usted sabe lo que dice Profesor, ¿verdad? Que la economía, que el sistema cambiario, que la oxigenación… Todas esas cosas que nadie entiende»

 

PACIENTE: «Yo sí le entiendo perfectamente. Pero ¿subastar dólares? ¡No, no, no! Subastar es de las prácticas más capitalistas que hay. Así prácticamente estamos diciendo que la especulación es buena. ¿Con qué cara criticamos después a los especuladores?»

 

ALTOTE: «Pero, Mi Paciente…»

 

PACIENTE: «No se discute. No vamos a especular. ¿Qué viene después, invitar al consumismo, mandar al pueblo a vaciar los anaqueles?»

 

BIGOTUDO: «¡Para nada, Mi Paciente! Jamás llamaremos al consumismo. Lo que pasa es que usted sabe como se pone Profesor»

 

PACIENTE: «Pues, se la cala. Este gobierno es mío y yo hago lo que quiera con mi hacienda»

 

REGORDETE: «(Hacia sí mismo) Que pronto voy a heredar yo…»

 

PACIENTE: «¡Te escuché! Tú estás gozando un puyero con esa decisión, ¿verdad? Te debí elegir a ti, Regordete, para que tuvieras tú toda la responsabilidad. Si no fuese por el bien de la revolución, te hubiese puesto al mando»

 

BIGOTUDO: «¡Sí, Mi Paciente, lo hubiese elegido a él!»

 

REGORDETE: «Pero la decisión no fue suya, Mi Paciente… Usted sabe que ya la opción estaba tomada»

 

BIGOTUDO: «¿Cómo así?»

 

Hay un silencio incómodo. Paciente y Bigotudo miran a Regordete. Yerno y Altote miran hacia otro lado, haciéndose los pendejos. Se oye la televisión.

 

PRESENTADORA DE TELEVISIÓN: «¡Mujer, tú has denunciado a tu hombre por hacerte daño con su pene, pero tú le has hecho más daño a él: él sabe que tú tienes un amante! ¡Que salga el amante!»

 

PACIENTE: «¿Saben qué? Yo los debí llevar a ustedes dos a un programa de esos, para saber a quién iba a elegir»

 

YERNO: «De pana»

 

BIGOTUDO: «¡Lo hubiese hecho, Mi Paciente! Yo todavía no sé por qué me eligió…»

 

PACIENTE: «¿Ustedes se imaginan si los hubiese llevado para allá? ¡Jijiji! (Imitando personajes) “Su señoría, yo he traído a estos dos hombres para saber en quién puedo confiar la presidencia”. “A ver, cuéntanos…” “Hace seis meses yo le di a Regordete tres millones para que asfaltara la autopista y la semana pasada me pidió dos más”. “A ver, qué dices tú, Regordete”. “Es que, mi Paciente…” “Dile la verdad a Paciente, ¿te los robaste?” “Fue idea de Bigotudo”. “Ajá, Bigotudo, ¿qué respondes a eso?”. “Claro que no, fue idea de los dos”. “Digan la verdad, sino me dicen qué pasó, Su Señoría, ellos saben lo que les va a pasar, les toca ir al rincón a abrazarse por diez minutos mirándose a los ojos”. ¡Jijiji! Ese programa si es bueno. Esos cubanos que se van a Miami sí son creativos. Lástima que esos programas sean antirrevolucionarios»

 

YERNO: «¿Por fin, Paciente? ¿Qué fue lo que le dijo el doctor? ¿Dónde tiene la lesión exactamente? ¿Cuánto tiempo le dieron?»

 

PACIENTE: «¿Qué pasó Yerno? Estás averiguadorcito hoy»

 

YERNO: «Porque me preocupo. Usted es mi familia»

 

PACIENTE: «¡Famiiiliiiaa! ¿Cómo es que se llama el que dice eso?»

 

ALTOTE: «Winston. Está con nosotros ahora. En diciembre se declaró patriota»

 

PACIENTE: «¿Qué es lo que hace ese muchacho?»

 

REGORDETE: «Ahora es animador del Kino»

 

PACIENTE: «¿De la lotería? ¿Esa es la tuya?»

 

REGORDETE: «No, pero quién sabe si algún día…»

 

PACIENTE: «Trabaja en la lotería, pero se declaró socialista. Tiene madera para alcalde, ¿ah?»

 

Todos asienten con desdén y murmuran pocas palabras.

 

PACIENTE: «¡Listo! Buiston alcalde, pues. Elegido en democracia participativa y protagónica. Madre protagonista se gasta la patria»

 

ALTOTE: «Mi Paciente, no me respondió lo que le pregunté hace rato»

 

PACIENTE: «¿Que qué vamos a hacer con la inflación?»

 

ALTOTE: «Sí, Profesor dice que va para arriba, que a fin de año puede estar muy alta»

 

YERNO: «Sí, ¿qué vamos a hacer? ¿Qué medidas vamos a tomar?»

 

REGORDETE: «Ustedes sí se preocupan por pendejadas. Preocúpense por los dólares, que cada vez hay menos, y si se acaban no vamos a tener donde comprar. ¿Quién te va a querer cambiar Bolívares en el mundo?»

 

BIGOTUDO: «Yo creo que hay que bajar los precios de los productos»

 

YERNO: «Eso suena bien»

 

BIGOTUDO: «¿Verdad que sí?»

 

REGORDETE: «No, no…»

 

YERNO: «Suena lógico. Si los precios están altos, ¿qué hacemos? Los bajamos y ya»

 

BIGOTUDO: «¡Exacto! Facilíto»

 

REGORDETE: «No, chico. Así no se hace. Lo que tenemos que hacer es comprar todas las empresas del país y luego bajamos los precios»

 

Todos se alteran, menos Paciente.

 

PACIENTE: «A ver, sígueme contando»

 

REGORDETE: «Fácil. No vendemos dólares. Así hacemos que suba el precio del paralelo. Los productos van a subir mucho y va a haber escasez. Ahí vamos a tener la coartada de la especulación: creamos la idea de que absolutamente todos los empresarios tuvieron dólar oficial y que los muy vivos venden a precio paralelo. Obligamos a los empresarios a bajar los precios. Todos van a vender a pérdida. No van a importar más, porque no van a querer comprar dólares a qué se yo, cincuenta…»

 

Todos se exaltan.

 

YERNO: «¿Cincuenta? ¿Tanto?»

 

REGORDETE: «Sí, en diciembre puede que llegue a cincuenta…»

 

PACIENTE: «Sigue, no te distraigas. Deja la preguntadera, Yerno»

 

REGORDETE: «No van a comprar a precio paralelo y van a preferir vender lo que tengan y cerrar las puertas hasta que les soltemos dólares. Pero no lo vamos a hacer. Y ahí entramos nosotros. Decimos “como ustedes están parados porque no pueden satisfacer la demanda, nosotros tomamos esta empresa”. Y listo. Una vez que las tengamos, les damos los dólares a nuestras empresas y bajamos los precios»

 

Yerno saca el celular y manda un mensaje a Nelson Bocaranda. “No me quieren decir nada”. Enseguida lo borra y hace silencio.

 

PACIENTE: «Interesante, Regordete»

 

Los demás asienten.

 

REGORDETE: «Pero…»

 

PACIENTE: «Yo sabía. Después de una buena idea siempre muestras tu interés»

 

REGORDETE: «Hay que hacer la segunda devaluación. Esa es la excusa para venderle dólares a los panas a un precio más caro y tener Cadivi vendiéndonos nada más a nosotros. Podemos comprar todo, pero lo primero en agenda son los medios: compramos La Televisora, Los Periódicos, etc… los que no quieran venderse, no van a tener dólares para comprar papel. Van a darse a la quiebra y ahí los compramos»

 

Todos quedan anonadados, asombrados por la astucia de Regordete.

 

BIGOTUDO: «Yo creo que hay que bajar los precios y ya»

 

PACIENTE: «Ay Dios, yo creo que elegí mal»

 

REGORDETE: «No eligió mal, Mi Paciente. Yo me encargo de todo. Él solo da la cara. Quédese tranquilo»

 

BIGOTUDO: «»Él solo da la cara˝. El más pendejo…»

 

PACIENTE: «Está bien. Devaluemos entonces. ¿Qué nombre le ponemos a esa subasta?»

 

REGORDETE: «Sociedad Interna de Chavistas Administrando Divisas»

 

PACIENTE: «Sicad. Suena bien. Invéntate el nombre público, Altote»

 

ALTOTE: «Sistema Complementario de Administración de Divisas»

 

PACIENTE: «¡Coño, qué equipazo tengo! Pura eficiencia revolucionaria»

 

BIGOTUDO: «“Sistema Complementario de Administración de Divisas”. Ahí dice SCAD»

 

PACIENTE: «¡Si-stema! Si-cad. ¡Coño, no me tienes que recordar a cada rato por qué te eligió Barbudo!»

 

BIGOTUDO: «¿Por qué? ¡Dígame, Mi Paciente, por favor! ¡Quiero saber, necesito saber por qué soy el elegido!»

 

PACIENTE: «Nada. Tú solo sigue cagándola»

 

ALTOTE: «Porque eso lo hace popular, ¿no?»

 

PACIENTE: «Calladito te ves más bonito, Altote»

 

BIGOTUDO: «No entendí»

 

PACIENTE: «No tienes que entender. Sigue siendo como eres»

 

REGORDETE: «¿Entonces, sí va la segunda devaluación?»

 

PACIENTE: «(Cortado) Háganla cuando esté pasando lo peor. Aprueben todas las leyes que sean necesarias para torcerles el pescuezo a los especuladores, a los que se han robado los dólares de Cadivi, a los que han hecho cualquier cantidad de negocios a la espalda de los intereses de la patria. Digan que tuvimos esta reunión, que hablamos sobre las medidas que vamos a tomar en contra de la guerra económica, y si hay que abusar pidiendo una Habilitante o algo así, digan que yo lo ordené»

 

FIN

 

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