Un liderazgo que acompañe

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En el marco de una crisis institucional, que pone en peligro no solo la estabilidad de Venezuela, sino además el liderazgo de la clase política oficialista y opositora, existe un grupo privilegiado por su compromiso, pero lleno de incertidumbre y dudas: los jóvenes líderes. Aquellas personas que empiezan a tener experiencia de liderazgo en el campo académico, político y empresarial; pero que están improvistos de buenos referentes, ante la incapacidad que muestran los líderes nacionales de diversos tipos en brindar una estabilidad adecuada a la ciudadanía.

Estos jóvenes líderes se pueden identificar en la inmensa cantidad de organizaciones no gubernamentales, nuevas empresas y juventudes de partidos políticos. La innovación y la formación de comunidades de redes son sus banderas. Están preocupados por formarse de forma integral en lo que se refiere a historia, economía y derecho. Persiguen oportunidades de formación en el exterior, que sean cortas, ya que su compromiso y trabajo lo sueñan en Venezuela.

No obstante, el punto crítico de este grupo es la impotencia transmitida por los dirigentes del país. Por el lado del oficialismo, el ejemplo es la mala administración de la economía, la corrupción, el nepotismo, la falta de respeto hacia la diversidad de pensamiento y el deterioro de la institucionalidad. Por el lado de la oposición, el ejemplo es la falta de empatía, la incapacidad de lograr acuerdos, la descoordinación y en menor medida, también la corrupción y el personalismo.

Bajo este panorama se siente un joven líder en la Venezuela de 2017. Cuando los jóvenes cuestionan esto, las respuestas políticamente correctas que indica la sociedad suelen ser: “se debe esperar para relevar al liderazgo”, “los dirigentes saben lo que hacen” o “esta vez sí lo van hacer bien”.

Pero, la respuesta genuina es que los jóvenes líderes deben innovar. Hoy la ciudadanía enfrenta una crisis, donde no identifica a un líder capaz de dirigir al país. Ante esa situación, este grupo emergente debe acompañar a la gente en su contexto y realidad. Los jóvenes, no son los responsables de esta crisis; y precisamente en ese detalle recae una ventana de oportunidades.

Se podría cuestionar de qué sirve acompañar a la población en su contexto, si no se puede brindar ninguna solución. Aunque esto es cierto, los jóvenes líderes no les corresponden esa responsabilidad (al menos no directamente). Pero en la opción del acompañamiento, se estará brindando un elemento muy subestimado, pero esencial para la reconstrucción de Venezuela, ese elemento es la esperanza.

Cuando en un barrio observan a un joven universitario, que dedica parte de su tiempo para hacer trabajo social con ellos, eso da esperanza. Cuando en una empresa notan que un joven está demostrando más vocación, que empleados con antigüedad, eso da esperanza. Cuando en un colegio inicia su trabajo de docencia un joven profesor, eso da esperanza.

Por eso, el reto y tarea de esta generación de jóvenes líderes es brindar esperanza para creer en una Venezuela mejor. La reconstrucción del país tardara bastantes años. Si desde hoy, estos líderes emergentes empiezan ese proceso de acompañamiento con la gente, cuando toque relevar a la dirigencia, se posicionaran con una legitimidad de origen, que pocas veces se ha visto en la historia del país.

Seamos un liderazgo que acompañe.

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