La Primavera Venezolana y la constituyente

Abril de 2017 ha sido un mes que se recordará por mucho tiempo en la historia contemporánea venezolana. Conmemoraremos el levantamiento de la población venezolana ante el yugo opresor que ataca los más elementales principios democráticos.

Las manifestaciones han logrado que el Gobierno renuncie a la OEA y convoque a una Asamblea Constituyente. O sea que radicalice lo que ellos llaman revolución.

La ambición de poder y procurar por todos los medios perpetuarse en el mismo es lo que está detrás del llamado a una nueva Constituyente.  Ante los hechos tan inhumanos e injustificables que vemos todos los días y el gigantesco paso atrás en los valores de democracia y libertad desde 2015, la respuesta de Maduro es la concentración de poder, el descenso de la legalidad, la anulación de las elecciones regionales y locales, un nuevo sistema de votación, una nueva estructura del Estado con las comunas y la constitucionalización de la persecución a la disidencia política.

El político ingles Lord Acton tiene una frase muy conocida: “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Y esto lo hemos examinado numerosas veces en la historia. La lección que el mundo asimiló de Hitler sobre los peligros del poder sin control nunca debe ser olvidada.  

El comportamiento político de Maduro está estrictamente vinculado con un defecto de la personalidad: La ambición de Poder. Desde que juró cumplir y proteger la Constitución vigente ha hecho lo posible para aumentar sus atribuciones y su control; ley habilitante, designación extemporánea de los magistrados al TSJ, decretos de emergencia económica, decretos de estados de excepción y la sentencia 155 del TSJ donde le faculta todo el poder al presidente para prevenir una conmoción interna.

Sin embargo todavía hay dos acciones que Maduro no ha hecho y que quiere hacer. La actual Constitución se lo prohíbe.  Son las mismas operaciones que Hitler hizo al tener una semana en el poder: Disolver el Parlamento y prohibir las manifestaciones públicas.

El escenario a corto plazo más probable es la agudización de la crisis económica y política del país.  La desmedida ambición de más poder es la única razón de la crisis que atraviesa el país y excluye la posibilidad de un pacto social.  Porque si cumple con la constitución perdería poder.

La próxima constituyente será un caso clásico de suicidio de una asamblea representativa, para usar las palabras de Sabbatucci.  Paso con el Reichstag en 1933, o en Francia en 1940. Las innovaciones más traumáticas y perjudiciales son las que quieren introducir en Venezuela. La historia nos muestra que esos llamados a nueva constitución por los mismos presidentes lo que buscan es mantenerse en el poder y minimizar al máximo la disidencia política.

¿Cómo la constituyente va hacer el encuadramiento jurídico del fenómeno político que sucede en el País? Acaso será una parodia de la representación nacional en provecho del poder real?

Es obvio que la referencia cubana está en quienes gobiernan. El modelo absolutista y autoritario cubano es un estímulo y una motivación para el madurismo. El sistema de elección no universal y sectaria por medio de los Comités de Defensa de la Revolución es el método de elección propuesto para la Constituyente.

En abril distinguimos algo similar a la primavera árabe. Ese conjunto de violentas transformaciones políticas y sociales que irrumpieron contra la corrupción y la dictadura en algunos países árabes.  Hay un estallido sin precedentes de protestas populares y exigencias de reformas. En Miraflores subestiman y pierden el contacto con la realidad. En Túnez las protestas duraron 2 meses, y luego de 100 muertos Ben Ali tuvo que huir. A falta de cumplimiento de la Constitución en Venezuela, se abren esos dos escenarios o la primavera venezolana hace que Maduro huya o la Constituyente perpetuara la subyugación en Venezuela.

Ignacio Contreras Casas
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