Vestirse de Venezuela

El vestido de Venezuela sin duda alguna le quedó muy grande al gobierno nacional. Afrontan un crisis que se han negado a reconocer y que ha generado un estallido social como consecuencia de su terrible gestión durante los últimos 18 años. Una creciente escasez de alimentos y de medicinas, delincuencia imperante en todos los estados del territorio nacional, pésimas políticas económicas y aún peores relaciones internacionales, son los factores que describen al gobierno.

Las multitudinarias movilizaciones a lo largo y ancho del país son un reflejo certero del descontento del pueblo con sus gobernantes quienes lejos de intentar solucionar este trance, lo han encaminado hacia una vía aún peor. Las peticiones de la oposición durante este último par de meses de protestas pacíficas han sido muy claras; la liberación de los presos políticos y regreso de los exiliados, el respeto a la Asamblea Nacional la cual ha sido desconocida por el gobierno desde su elección en Diciembre de 2015, la apertura de un canal humanitario que busque solucionar en un corto plazo la crisis de alimentos y medicinas que atraviesa el país y el establecimiento de un calendario electoral digno y para un futuro bastante próximo. Totalmente contrario a estas peticiones, el balance del ejecutivo se resume en más de 3.000 detenidos y más de 70 muertes, solo en escenarios de movilizaciones y protestas.

Al ser ignorado el clamor del pueblo, cuando se establecen intereses personales sobre intereses colectivos (gobierno sobre gobernados) y cuando se patea el verdadero sentido de la democracia y la forma republicana de una nación como Venezuela entonces podemos hablar sin titubear de un gobierno ilegitimo por una principal razón; no poseen legitimidad de ejercicio. Esta es aquella que surge cuando el gobierno respeta verdaderamente el sentido de la democracia y actúa bajo el deber ser de las leyes de la constitución, cosa que en efecto no hacen ya que no se desenvuelven apegados al Estado de Derecho. Ejemplos de su desapego a la constitución y del uso de las leyes a su conveniencia son las sentencias 155 y 156 del Tribunal Supremo de Justicia en donde intentaron atribuirle a este organismo las facultades de la Asamblea Nacional, o cuando se inhabilita al líder opositor Henrique Capriles, acción totalmente ilegal ya que no se puede inhabilitar a un funcionario público (Gobernador de Miranda) luego que ha sido electo bajo el voto universal y directo. No podemos dejar de lado tampoco el uso de armas de fuego para «dispersar» las manifestaciones pacíficas, civiles que son juzgados en tribunales militares y la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente.

Estos últimos tres factores resultan de gran importancia ya que han despertado focos de disidencia muy fuertes dentro del chavismo fraccionado y en la comunidad internacional. Ya hemos observado las reacciones de la Fiscal General, Diputados del chavismo, aliados al gobierno, etc. La reunión de cancilleres de la OEA del 31 de mayo también es una alarma importantísima porque este resulta el evento político más significativo de la organización a ese nivel e incluso, después de que Venezuela pateó la vía del diálogo e iniciaron el proceso de salida de la OEA decidieron asistir, entonces ¿es verdad que no les importa la OEA o sus decisiones al gobierno nacional? Definitivamente no, es muy preocupante porque ningún país hoy por hoy –bajo los esquemas de globalización en los que vivimos- puede darse el lujo de aislarse de los demás, y menos en el caso de Venezuela de los países de su región inmediata donde, por unas dos o tres excepciones, no cuenta con apoyo de ningún tipo, pero principalmente ideológico ya que los gobiernos pasaron de ser de izquierda a ser (más o menos) centro liberales.

Ahora bien, retomando el tema de la legitimidad, las acciones del gobierno son las que lo hacen ilegitimo pero estas propiamente, también lo son, ejemplo Asamblea Nacional Constituyente. Es cierto que el articulo 348 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela dice que «La iniciativa de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente podrán tomarla el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros», pero también es importante ir un articulo más atrás y releer el 347 que dice «El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario». Este proceso constituyente podemos considerarlo ilegítimo por otra razón, no posee -poseerá (?)- legitimidad de origen, que es aquella que se obtiene a través de las elecciones. Las elecciones para la ANC son sectorizadas y excluyentes ya que de los 540 constituyentistas que van a formar parte de esta asamblea, 364 serán elegidos a través de listas de postulaciones manejadas por el chavismo. Además, cuando se pretende acabar con la Asamblea Nacional actual se patea el ejercicio del sufragio, recordemos que la mayoría de los escaños del hemiciclo están ocupados por diputados de oposición electos en jornadas universales, directas y secretas, sin hablar de sectorización de ningún tipo.

La desesperación del gobierno tomando medidas fuera del margen de la CRBV es un reflejo de su fraccionamiento y de que la oposición cada día da pasos acertados en dirección hacia una mejor Venezuela, pero es aquí donde nos toca a nosotros reflexionar y pensar que tenemos que ser los primeros y principales arquitectos de esa mejor Venezuela. El gobierno es un «ente» totalmente corrompido y aberrado de talante dictatorial al que no le importa las medidas que deban asegurar ni cuantas vidas deban cobrar con tal de perpetuarse en el poder y eso cada día se ve con más claridad. Nada molesta más a un corrupto que cuando las cosas están bien hechas, por eso es que ahora nos corresponde retomar las riendas de un país que empieza a ver la luz al final del túnel.

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