Vivimos en un país casi fantasma
Editorial #404 – El colapso

En el último medio siglo, pocas han sido las crisis económicas de la magnitud de la que se vive hoy en Venezuela. Así lo confirmó la semana pasada Alejandro Werner, economista jefe del Fondo Monetario Internacional para el Hemisferio Occidental.

La conclusión a la que llega este alto funcionario internacional se basa en tres elementos principales: la inflación, la contracción de la economía y la caída en la producción petrolera.

El país se encuentra, incluso para los teóricos más conservadores, en un innegable proceso hiperinflacionario. El FMI pronostica que la inflación este año llegará a 13.000%. El PIB, por su parte, se contraerá en 15%, un nivel similar al que se contrajo en 2017, según el mismo organismo multilateral. Werner asegura que, en los últimos cinco años, la economía venezolana se redujo en 45%. Es decir, mientras la mayoría de los países de la región crecieron, nuestro economía es hoy la mitad de lo que era hace cinco años.

Como si esto fuera poco, la caída de la producción petrolera en los meses recientes no tiene precedente. Werner afirma que “la caída en la producción de crudo que hemos visto en los últimos 18 meses, ha sido espectacular. Ha caído en 50% en un período muy corto”. Para un país como Venezuela, cuyo ingreso depende de este producto en más del 96%, el impacto es brutal.

De nada sirve que el precio de este producto se haya recuperado hasta llegar incluso a los 66 dólares por barril en los últimos meses. El país no verá ningún beneficio porque la caída en su producción es más acelerada. Es más, parte de la recuperación del precio internacional se debe a la caída en la producción venezolana.

Para quienes recorremos las calles del país, la tragedia económica se traduce en imágenes desesperantes. Familias enteras comiendo de la basura, mercados sin alimentos, hospitales y farmacias sin medicinas, negocios cerrados y calles vacías. Un país casi fantasma.

Informes como el del FMI tienen un impacto importante también a nivel internacional. Aunque son solo cifras, reflejan una realidad que ya no puede ser ignorada por el mundo. Sobre todo en la región, los países vecinos empiezan a comprender que la crisis venezolana ya no es solo un problema de los venezolanos, porque sus consecuencias empiezan a afectarlos directamente.

Es por eso que la comunidad internacional finalmente pasó de la retórica a la acción. En los últimos días varios eventos contundentes marcaron su agenda. La reunión en la Cumbre de las Américas, el encuentro encabezado por el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Steven Mnuchin, con sus pares de 15 otros países del hemisferio occidental, Europa y Japón, para analizar la crisis venezolana, y la decisión de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú de abandonar “indefinidamente” Unasur, deja al gobierno venezolano –y a sus socios de Bolivia, que acaban de asumir la Presidencia de este ente- más aislados que nunca.

Mientras tanto, la situación en el país es cada día peor. Miles de venezolanos escapan del país a diario y millones buscan la manera de llegar al final del día.

Las tragedias nunca son eternas, pero mientras más se alargan, su costo es mayor.

Aún no está claro cuán grande será el que tengamos que pagar al final de este colapso.

Miguel Velarde
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