Editorial #700 – Musk, Twitter y Trump

El debate sobre la libertad de expresión está más vivo que nunca

Hasta hace pocos meses, no hubiera sido fácil ubicar en un mismo contexto de análisis al hombre más rico del mundo, el empresario sudafricano (nacionalizado canadiense y estadounidense) Elon Musk, a la red social Twitter y al expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

Sin embargo, la compra de la compañía por 44.000 millones de dólares (54,20 dólares la acción) y con más de 217 millones de usuarios activos diarios, confirmada finalmente ayer luego de varios días de idas y vueltas, no solo fue aprobada por decisión unánime de la Junta Directiva de la empresa (luego de que varios de ellos habían rechazado la transacción), sino también despertó un apasionado debate en la propia red social. 

El propio Musk, que tiene más de 85 millones de seguidores en la plataforma, se encargó de compartir casi en tiempo real mensajes relacionados a cómo se desarrollaba la negociación y, principalmente, a de qué manera veía el futuro rol de Twitter en una sociedad convulsionada y polarizada a nivel global. 

Elon Musk ha sido siempre un defensor de la libertad de expresión y ayer mismo ratificó que ésta es “la base de una democracia funcional y Twitter la plaza central donde se debaten los temas para el futuro de la humanidad”. Así mismo, hace no mucho afirmó que, si bien entendía algunas regulaciones en las redes sociales, no estaba de acuerdo con las suspensiones permanentes de los usuarios. Esto último en relación con una de las que más polémica causó a nivel mundial, la de Donald Trump.

Fueron muchos los que reclamaron contra la decisión de la plataforma, algunos por ser seguidores del expresidente, pero muchos otros simplemente lo hicieron porque no consideraban que haya existido mérito para una decisión de este tipo, que debemos recordar se dio en el contexto de las protestas y el asalto al Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021. 

Sobre todo, argumentaban, si se tomaba en cuenta el tipo de mensajes violentos y peligrosos de otros líderes políticos mundiales publicados en la misma plataforma sin haber sido nunca suspendidos. Habría sido, según los defensores de Trump, por lo menos una decisión parcializada e influenciada por sus posiciones políticas. 

Es por eso por lo que esta compra, una de las más importantes de los últimos tiempos, no solo debe analizarse bajo la lupa financiera o empresarial, sino también bajo el foco de temas tan actuales como polémicos: la libertad de expresión, la cultura de la cancelación y el rol de las redes sociales en la sociedad. 

Si la plataforma, por ejemplo, devolviera su cuenta a Trump, también es muy probable que esta transacción pueda tener un impacto incluso político de cara a las elecciones de medio tiempo en los Estados Unidos y, por qué no, en las de la región, como las presidenciales de Colombia y Brasil este año. 

Los críticos afirman que Twitter podría convertirse en una “tierra de nadie”, en la que no exista ningún tipo de control, mientras algunos gobiernos afirman que una mayor regulación sobre las redes es necesaria. 

La única certeza que tenemos es que el debate sobre la libertad de expresión, en el marco de las nuevas tecnologías y herramientas de comunicación, no solo sigue vigente, sino que está más vivo que nunca. Esta es una buena noticia, sobre todo tomando en cuenta que muchos vemos con preocupación el avance de los controles por parte de gobiernos y élites. 

Elon Musk, con una fortuna de 265.000 millones de dólares, cofundador de empresas como PayPal, SpaceX, SolarCity, Neuralink, Tesla, SpaceX (entre otras) y promotor de criptomonedas como Bitcoin y Dodecoin, no le teme a lo nuevo o a lo desconocido. Ha demostrado, en reiteradas oportunidades, que tampoco cree en los límites ni en las reglas preestablecidas. 

Y, ahora, es el flamante dueño de Twitter.

Miguel Velarde
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