Nacer en esta época es un ejercicio característico de ciertas almas imperativas.
Vacunar en Dictadura o La maternidad es un deporte extremo

El alma enérgica y voluptuosa, viene a retar la inercia de los padres. En un régimen que ha dejado al país con la hiperinflación más descomunal de la historia, decidir nacer es un acto de absoluta rebeldía. Es también un acto de fe.

Llegar a la vida de unos padres arrasados, en el tiempo del relativismo extremo donde hasta las vacunas son sospechosas (producen autismo, dicen…) donde las madres deben ser perfectas porque la emocionalidad del bebé depende de ellas. Si te alteras: -Lo estás perjudicando; – Adelantarás el parto; -No podrás relajar el útero; -El coctel hormonal no se producirá, -No parirás. Si no pares y te hacen cesárea ¿De dónde vas a sacar los medicamentos postoperatorios? (He sabido de mujeres que se recuperaron sin tomarlos porque nunca los encontraron, también he sabido de muchas que murieron en quirófanos contaminados, he sabido de otras que sobrevivieron huérfanas de hijos…). Las embarazadas en dictadura le hemos temido a todo.

Como si fuese poco, la rueda del destino (¿es mejor llamar destino a la “ineptitud” política, no crees? ) Bueno, esa rueda, hizo resurgir epidemias erradicadas el siglo pasado en nuestro país. Quedar atrapadas en Venezuela albergando una vida dentro, es tan aterrador como ser la hija liberal de un patriarca Amish.

Convertirse en madre dentro del territorio venezolano es una prueba de resistencia y cordura…Debes aprender a liberarte de las convenciones sociales básicas que determinaban la crianza y la salud en tu época. Pero esa liberación no implica trascendencia, implica más bien resignación, lo cual termina siendo un autocastigo terrible.

¿Alguien te ha contado qué es lo que hacemos las madres empeñadas en seguir con la antiquísima y demodé tradición de vacunar a nuestros hijos? Aquí te dejo algunas alternativas:

– Opción caviar: implica pagar las vacunas en dólares, cada una cuesta alrededor de 100 USD. Claro que, quienes pueden hacerlo, también pueden viajar a Aruba o Estados Unidos y vacunar allá.

– Opción caraota: consiste en ser lo suficientemente tolerante como para mantener amistades maduristas enquistadas al sistema sanitario y colocar las vacunas en las escasísimas jornadas organizadas por el régimen previo a los simulacros electorales.

– Opción sardina: consiste en viajar a Cúcuta, allá puedes ir a dar a luz o a vacunar. Es económico, hablan tu idioma, requieres tu cartilla de vacunación y poco más.

– Opción carne de soya: consiste en tomar la homeopatía como camino, esto es arriesgado e implica suministrar inmunización combinada. Colocarás algunas vacunas y prescindirás de otras. Es una alternativa poco conocida y también tiene sus costos.

– Opción CLAP ó -peor es nada-: vacunarás a tus hijos en centros clandestinos donde puedes pagar en bolívares, pero no podrás tener acceso a los permisos sanitarios ni podrás saber el tipo de chanchullo que hay tras su distribución.

– Opción HAMBRE: consiste simplemente en ignorar el sistema y dejar de vacunar a tu hijo porque la supervivencia requiere demasiado esfuerzo y una vacuna hace rato dejó de ser la prioridad.

En la Venezuela actual una tarea tan insignificante como completar un esquema de vacunación, resulta un infierno. Vivir y cuidar la vida de tus seres queridos ya no tiene nada que ver con la medicina, vivir es solo un acto de fe. Definitivamente, es inadmisible que preservar la existencia de tu hijo termine costándote tu propia salud física, emocional y mental.

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