Venezuela, del sentimiento a la acción

Cuando tuve la oportunidad de conocer los campos de concentración y extermino nazi de Auschwitz I y Auschwitz II-Birkenau en Óswięcim, a unos 40km de Cracovia, Polonia; pude ver en concreto esa famosa lección que Hannah Arendt nos dejó luego de sus estudios sobre totalitarismos y la banalidad del mal. Digo especialistas, porque inclusive creo que hay sobrevivientes a estos terribles campos que no terminaron entendiendo el motivo y finalidad de estos más allá de saber que el régimen nacionalsocialista los odiaba por ser judíos, homosexuales, gitanos o discernir políticamente de su pensar. La realidad es que nada fue hecho en falso, nada fue una casualidad, todo fue fríamente premeditado. En los campos de Auschwitz I y II, así como en Sachsenhaussen a las afueras de Berlín, pude evidenciar que lo que tenía frente a mi era un matadero humano, que funcionó a la perfección.

La raíz de la frivolidad, crueldad y maldad es la misma que caracteriza al chavismo. Nada ha sido una casualidad, nada ha sido improvisado ni en falso, más allá de haber estudiado mucho los mismos libros de Arendt y adaptar un totalitarismo en pleno siglo XXI en un país potencialmente rico. Ni las expropiaciones, ni la represión, ni el carnet de la patria, ni la inseguridad han sido problemas generados por determinadas malas acciones; son efectos esperados y muy bien pensados de tomar acciones que se basan en el mal, la destrucción y la miseria. El chavismo no nos ha dividido y encerrado en determinados campos de concentración, nos encerró en uno solo: en nuestro propio país. En el están presos tanto los venezolanos de adentro como aquellos en el exilio.

En cada venezolano yace un efecto cruel que ha sido generado por la tiranía, llámese secuestro, robo, hampa, familiar en el exilio, miseria, pobreza, desnutrición, falta de medicinas, etc. El régimen estudió bien cómo afectar a cada sector de la sociedad y bajo qué mecanismo. Sin embargo, creo que hay un mecanismo que ha sido aplicado a cada sector en común: la desesperanza.

El chavismo les ha robado a muchos venezolanos la oportunidad de soñar, de alcanzar sus metas, de visualizar su futuro… Han sido muy astutos, saben que la mayor revolución es la de las ideas. Saben que un ser libre pensante es un ser crítico dispuesto a desafiarlos, pero también saben que las ideas son las semillas del individuo prospero con ánimos de crecer y crear riqueza; todo lo contrario, a la cultura criminal y de robo del chavismo. Tampoco se han dado cuenta que han creado en los venezolanos un sentimiento patriótico único y fuerte, que me atrevería a decir, nunca se había visto en otras generaciones de venezolanos.

Sin embargo, esta batalla moral, espiritual y social poco puede avanzar si nos quedamos con la imagen de Venezuela como un mero sentimiento o añoranza. Por ello deseo compartirles algunas reflexiones de cómo podemos llevar ese sentimiento a una acción efectiva en esta lucha que pasa por superar la desesperanza impulsada por el sistema:

1-No te quedes en el momento cero (quiebre de la tiranía); piensa en el día después, en el momento 1 (la construcción de una nueva Venezuela) e inclusive en el momento 2, la

Venezuela que dejaremos a las próximas generaciones que deberán estudiar el chavismo y esta cruel etapa de nuestra historia republicana, para no permitir que vuelva a suceder.

2-Lo anterior es una invitación para que pongas a pruebas tus ideas, tus proyectos, tus sueños. Estés donde estés, visualízalos en esa nueva Venezuela fértil y hambrienta de innovación y emprendimientos de todo tipo, que te darán a su vez la oportunidad de crecer y ser mucho más prospero.

3-A aquellos que estén en el exterior, no importa el trabajo que tengas o la labor que hagas. Observa, aprende, busca mejorar tus ideas, tus conocimientos y experiencia. Tú serás multiplicador de las ideas que fortalecerán esa Venezuela de emprendedores que va a nacer.

4-Prepárate también porque serás profesor de ciudadanía. Sí, ayudarás a otros venezolanos que no han siquiera podido conocer otro país, para que les expliques que el trabajo es la mayor virtud del individuo y el que lo lleva a ser prospero. Y como esas, muchas otras experiencias que como ciudadano en otro país tuviste que aprender y cumplir. Sí, porque necesitamos reglas y en otros países se cumplen.

5-Escribamos, pongamos sobre el papel esas ideas, sueños y proyectos. No nos quedemos estacionados en el medio del túnel, conduzcamos hacia su salida y tengamos ya un plan de acción de las posibles cosas que queremos a ser a nivel individual y/o colectivo.

6-No te conformes con lo que hayas alcanzado, a pesar de lo grandioso, remunerado o indescriptible que sea. No nos conformemos tampoco con ser el mero país que se recuperará. Soñemos en grande, confiemos en la fortaleza humana que este período cruel nos ha dejado. Pasemos de citar ejemplos a ser el ejemplo citado.

Estos puntos son solo alguno de tantos que podemos poner en práctica para vencer una de las tantas cercas que el chavismo ha construido dentro de ese campo de concentración llamado Venezuela. Vencer la desesperanza es alterar su fórmula perfecta de hacer daño y destruir.

Finalmente, creo que otra lección que podemos poner en práctica no solo para superar la desesperanza sino para, precisamente, superar con buenos pasos esta perversa cátedra que ha sido el chavismo, es autoevaluarnos como ciudadanos. ¿Hemos sido buenos ciudadanos? ¿Sabemos lo que es ser buen ciudadano? ¿Sabemos acaso que es ser ciudadano? ¿Qué tanto amo a Venezuela? ¿Qué estaría dispuesto a hacer para que el chavismo no tenga un 2.0, sea de la tendencia que sea? Estas podrían ser algunas de las tantas preguntas que podríamos idear en esa autoevaluación necesaria para trascender a los momentos que prosiguen al momento 0.

Concluyo esta reflexión con otra anécdota extraída de la dolorosa secuela nacionalsocialista- fascista con la que comencé este escrito. No debemos cometer el error de no hablar más nunca del chavismo, sino al contrario, hablar lo suficiente e inclusive aún más para que nunca más un sistema así pueda germinar sobre la faz de la tierra. Nuestros libros de historia deberán narrar este triste episodio y relatar las miles de historias dolorosas de venezolanos. Que el sufrimiento y el dolor sean incentivos para no permitir que algo así pueda volver a
suceder, a la par que llevamos nuestros sentimientos a la acción.

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