Algunos todavía prefieren mirar al pasado antes que tratar de entender el presente
Editorial #430 – El posliberalismo

El mundo recién empieza a pensar sobre un fenómeno que nos agarró desprevenidos. Quizá porque confiamos en que, como en su momento planteó Francis Fukuyama, habíamos llegado al fin de la historia. Luego del colapso del imperialismo, del fascismo y del comunismo, el mundo había encontrado finalmente el mejor de los sistemas: la democracia liberal.

Sin embargo, en el último tiempo, algunos eventos nos obligaron a reflexionar si estábamos equivocados. La democracia liberal comienza a mostrar sus debilidades y, entre ellas, una de las más preocupantes: no tiene los recursos necesarios para defenderse de quienes buscan destruirla por dentro. Entonces surge la gran duda, ¿por qué la democracia liberal no puede defenderse de sí misma?

La más reciente obra del historiador israelí, Yuval Noah Harari, reflexiona justamente sobre la pérdida de fe en el relato liberal y las consecuencias que esto tiene. En “21 lecciones para el siglo XXI”, Harari nos invita a pensar en otros eventos globales que han tomado a la mayoría por sorpresa, como el resultado del Brexit en el Reino Unido y la victoria de Donald Trump en los Estados Unidos. Nosotros podríamos incluir en ese grupo la próxima victoria de Jair Bolsonaro en Brasil.

Para explicar lo que está ocurriendo, algunos que todavía prefieren mirar al pasado antes que tratar de entender el presente, simplifican el análisis y hablan del “regreso al fascismo”. Están equivocados. Lo que está ocurriendo es algo totalmente nuevo, inédito, que además tiene características únicas.

Entre ellas, las nuevas tecnologías y sus consecuencias. Desde el Big Data, las redes sociales, las fake news y hasta la nueva forma de comunicación directa e inmediata entre las personas. La campaña presidencial en Brasil, que se definirá este domingo en su segunda vuelta, es un claro ejemplo de esto: Bolsonaro logró transmitir su mensaje de manera efectiva sin la necesidad de contar con los medios tradicionales. Podríamos también decir que así gobierna el presidente Trump.

En los últimos años, algunos autores se adelantaron en definir el “posliberalismo” como un modelo crítico de alguna de sus características, pero parecido en sus valores democráticos. Las últimas señales nos indican que no podemos estar seguros de esto y los nuevos tiempos pueden dirigirse a destinos insospechados, sobre todo porque por primera vez, ya no es solo el hombre y sus acciones  el que los define, sino también las nuevas tecnologías.

Para quienes creemos en la libertad, la democracia y la república, el gran reto es comprender el mundo que hemos creado y liderarlo hacia un mejor futuro preservando los valores liberales fundamentales.  

Miguel Velarde
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