10E momento de reflexionar

Vamos a recapitular: tras de haberse dado un resultado favorable en las elecciones del 6 de diciembre de 2015, en enero del siguiente año comenzó a laborar la Asamblea Nacional (AN) con mayoría opositora. Maduro había reconocido la derrota públicamente pero Diosdado Cabello antes de abandonar su puesto de presidente del parlamento, juramentó ilegalmente a un grupo de magistrados para que entraran en función durante el siguiente periodo del Tribunal Supremo de Justicia – TSJ – (hay que tener esto en cuenta).

Las primeras acciones de la AN estuvieron dirigidas a realizar un referéndum revocatorio, las trabas impuestas por el Consejo Nacional Electoral (CNE) fueron muchas, al igual que las dificultades que generó el grupo de magistrados chavistas – en su intención de incentivar un conflicto de poderes que beneficiara al Gobierno – aun así las malas intenciones fueron derrotadas y los venezolanos se movilizaron al enarbolar las banderas del optimismo, sin embargo la petición del pueblo sería desconocida nuevamente con la invalidación de las firmas que fueron recolectadas con la intención de realizar un evento que permitiera a los connacionales juzgar si querían o no, que Maduro siguiera en el poder.

Durante el 2016 todas las opciones para darle una salida democrática a la crisis venezolana fueron bloqueadas por aquellos organismos genuflexos al chavismo y diversos voceros del oficialismo argumentaron que no era necesario realizar elecciones en aquel momento – cabe acotar que para diciembre del mismo año debían realizarse las elecciones de alcaldes, gobernadores y concejos municipales – según ellos la prioridad era recuperar la economía, cosa que hasta el momento, el venezolano sigue esperando.

Esta situación tuvo su punto de quiebre en el año 2017, cuando el TSJ realizó las sentencias 155 y 156 con las que intentaría – de la forma más descarada – relegar de ipso facto las funciones de la AN electa por el pueblo. Esto incentivó una ola de protestas que terminó con más de 100 venezolanos muertos, miles heridos y otros más encarcelados, producto de la terrible represión de los “organismos de seguridad”.

Con la intención de amilanar el brío popular, el Gobierno realizó elecciones para elegir una Asamblea nacional constituyente (ANC) – organismo con el cual lograrían lo que no pudieron con las sentencias del TSJ, invalidar a la AN – el evento contó con la «participación» de más de 8 millones de connacionales, cifra que fue cuestionada por la empresa Smartmatic, la cual estaba encargada de gestionar la parte tecnológica del proceso. Esta acción originó el rechazo y desconocimiento por parte del pueblo hacia la ANC y por ende la ilegitimidad sobre cualquier mandato y orden que esta emitiera, sin embargo el Presidente en su éxtasis de poder la consideró como un organismo supraconstitucional, dándole facultades dictatoriales a una institución cuestionada.

Frente a esta situación, el Gobierno consiguió las condiciones que buscaba desde hace tiempo para hegemonizar su dominio sobre el poder, la ANC promovió las elecciones de gobernadores y la incertidumbre le daría a Maduro la posibilidad de correr una carrera en solitario. Ante tal infamia la oposición venezolana se encontró dividida entre dos opciones: votar y validar la decisión de una institución inventada e ilegítima o no votar y permitir que Maduro concentrara todo el poder… La suerte estaba echada en el juego macabro planeado por el Ejecutivo.

Como se había previsto la mayoría de las gobernaciones pintaban de rojo gracias a la abstención y los pocos opositores que lograron alzarse con la victoria fueron obligados a arrodillarse ante el ente ilegitimo e inconstitucional – incluso llegaron a arrebatarle su victoria, al único que no accedió ante tal petición – todo estaba dicho. Posteriormente la formula sería replicada en los comicios para las alcaldías y los concejos municipales.

El parapeto de elecciones que organizaron el 20 de mayo de 2018, no podría calificarse de otra forma que no sea burla, al igual que la postura mostrada por los candidatos “opositores”, Henry Falcón y Javier Bertucci. Era claro, votar se convertía inmediatamente en una forma de seguirle el juego al Poder Central y legitimar a la ANC, pero al parecer eso era algo que no le quedaba claro a todos, Maduro se alzó con la victoria – en un proceso trascendental y con poca participación – victoria revolucionaria, había matado la fe de los venezolanos en la política, el voto y sus esperanzas de poder vivir en un país mejor.

En la actualidad, se acerca el 10 de enero y una gran cantidad de países desconoce la legitimidad de Maduro como presidente, el Grupo de Lima ha emitido un documento en el que expone una línea de actuación ante el régimen comunista, los reflectores enfocan a la nueva directiva de la AN que tiene un gran peso sobre sus hombros frente a este proceso. La respuesta del oficialismo ha sido la misma de siempre, propaganda, comunicados, activar a los esbirros del Sebin y movilizar a sus “seguidores” para ocultarse – nuevamente – tras un pueblo hambriento, coaccionado y miserable.

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