Ya no es necesario explicarle a nadie que el socialismo no funciona
Editorial #445 – Nunca más, más de lo mismo

Una de las preguntas más difíciles de contestar es cuando a uno le piden que encuentre “algo positivo” que hayan dejado los últimos 20 años de chavismo en Venezuela.

Responder simplemente “nada” es lo más tentador y quizá también lo más honesto, pero para no caer en el juego de quienes pretenden calificarnos como “radicales” o “extremistas”, se puede hacer el esfuerzo de encontrar un par de aspectos positivos que nos dejan dos décadas de absoluta destrucción y saqueo.

El primero de ellos es que ya no es necesario explicarle a nadie que el socialismo no funciona. Cualquier venezolano lo sabe, y no hay que mostrarle láminas con cifras de una hiperinflación única en nuestra historia y en nuestro continente, o de datos sobre la destrucción de nuestro sector privado y productivo, ni siquiera se necesita contarle sobre el estado de nuestra industria petrolera. Simplemente debe abrir su nevera vacía para recordar que el socialismo es miseria.

Lo segundo es que esto nos da una oportunidad de oro para construir un país que nunca hemos tenido. El peor error que podríamos cometer es querer retornar “a lo que alguna vez fuimos”. La caída al hoyo más profundo de nuestra historia tiene que ser el mayor aliciente para diseñar una nación inédita. Entre otras razones, porque lo que tuvimos antes fue, en gran parte, lo que nos trajo hasta acá.

Para hacerlo, tenemos que construir de raíz los tipos de país y de sociedad en los que queremos vivir, pero sobre todo en los que queremos que las próximas generaciones crezcan. Tenemos que tener la capacidad de pensar a largo plazo, de trabajar en algo que no vamos a ver.

Para esto es indispensable diseñar una nueva relación Estado-ciudadano, en la que el Estado deje de ser el gran centro del destino y la gente no viva de rodillas. Que sea el individuo el que construya su propio destino y el camino hacia sus sueños, mientras el Estado se encarga de lo básico y lo acompaña en ese camino.

Un requisito indispensable para lograr esto es también replantearnos nuestra relación con el petróleo. Nunca más podemos construir una economía que dependa exclusivamente de ese recurso. Tenemos que construir una economía sustentable y saludable, diversa, que desarrolle sectores como la agricultura, la ganadería, la minería, la pesca, el turismo, la tecnología, entre tantos otros para los que Venezuela brindará oportunidades únicas.

Pero antes que nada, nuestro primer reto es cambiarnos a nosotros mismos. Más allá de  los desafíos económicos, sociales e institucionales que enfrentaremos, quizá el primero de ellos será el cultural: empezar a pensar diferente.  

Hoy estamos ante una oportunidad histórica para lograr esto, no podemos dejarla pasar. Ante el inevitable quiebre del régimen y el comienzo de la transición, hay quienes creen que la solución es hacer lo mismo, solo que un poco mejor.

Sería el más grande error. Nuestro objetivo debe ser construir una sociedad de libertades: individuales, económicas, comerciales y hasta de pensamiento. Nunca más centralismo, nunca más rentismo, nunca más militarismo, nunca más socialismo.

Nunca más, más de lo mismo.

Miguel Velarde
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