De la sola expectativa

Numerosos pueden ser los autores de moda, pero escasos los de culto. Menor aún el número de aquellos que medio siglo o más, después, se les lee con avidez fuera del ámbito académico que los preserva.
«Tiempos recios» es la nueva novela anunciada para finales de año, por Mario Vargas Llosa. Versa – se dice – sobre la Guatemala de Árbenz, injustamente depuesto con el concurso decisivo de la CIA.
El escritor ya hundió el bisturí sobre la remota época, sin complejo alguno. El acontecimiento, predilecto de los propagandistas de ocasión,  emblematiza las condiciones y consecuencias de la llamada Guerra Fría en este lado del mundo, aunque tardíamente se supo de lo acaecido en el otro.
Debemos esperar unos meses más para conocer la versión del gran narrador peruano,  o quizá años de continuar la dictadura venezolana que también nos empobreció editorialmente. Empero, la sola expectativa que levanta el anuncio autorizará cualesquiera textos, conjeturas y apuestas que nos cundirán de otros bytes.
Quien sepa del estilo,  ingeniería narrativa e inspiración de Vargas Llosa, e, incluso,el que lo haya decodificado como él mismo hizo con William Faulkner, al iniciarse con la pluma,  intentará adivinar la versión definitiva, entre varias de los tiempos de profundidad o puerilidad del autor.  Todos coincidirán en el acucioso tratamiento histórico del tema, discrepando sobre una solución que no arriesgará comercialmente una marca tan exitosa: por ello, entre amigos, la breve encuesta concluye que estará más cerca de «La fiesta del chivo», novela propicia para sus reflexiones políticas, sentido tan cercano el ejercicio que impone sus artículos de opinión,  que de una aventura, experimento o «boutade» que, en lo personal,  más nos atrae, así lleve algunos años digerirlo y reivindicarlo.
La literatura está hecha para la ruptura, faltando poco, así no la deseen quienes la hacen. Convengamos, el talento es un dato indispensable.
En definitiva, bien escaso,  el acreditado intelectual no requiere tampoco de una extraordinaria maquinaria publicitaria para asegurar el éxito de la edición. Ya habrá el apasionado seguidor de don Mario, capaz de escudriñar el tema en toda su obra y, además, el obcecado adversario, blindado por un marco teórico por ahora ocioso, esperando la aparición de «Tiempos recios» para devorarlo y, a los días, despachar el ensayo correspondiente.
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