Muchos afirman que “el virus llegó para quedarse”
Editorial #514 – Después de la pandemia, la política

América es hoy el epicentro de la pandemia de Covid-19 que ha arrasado con el mundo y ha dejado, hasta ahora, 10.000.000 de contagios y 500.000 muertes.

Más allá de la forma en la que los gobiernos han elegido enfrentarla -algunos con estrictas cuarentenas como Argentina y Perú, y otros con menores medidas de aislamiento como Estados Unidos y Brasil-, la realidad es que el efecto sanitario y económico de esta enfermedad será el más devastador en el último siglo.

No queda claro si las medidas más radicales podrán evitar escenarios catastróficos en términos humanos, como los que vimos en Europa, ni tampoco estamos seguros aún si una posición más moderada en relación al aislamiento obligatorio salvará las economías de los países que optaron por este camino.

Por ahora, existe información contradictoria. Por ejemplo, dos países que optaron por la opción “dura”, poniendo todo el foco en la salud y dejando la economía de lado, fueron Argentina y Perú, con resultados diferentes. Ambas naciones cumplen más de 100 días en cuarentena estricta y, mientras en el primero los números aún no son tan malos (57.731 contagios y 1.207 muertes), en el segundo la situación es mucho peor: 276.000 contagios y más de 9.100 muertes.

Por otro lado, dos países que le dieron una mayor importancia a la economía, como Estados Unidos y Brasil, también ven resultados diferentes en ese aspecto. En el primer caso, ya están empezando a notar rápidos signos de rebote económico, sobre todo en lo relacionado a la recuperación del empleo, mientras en Brasil los índices económicos auguran un mal futuro y se prevé una caída del PIB de por lo menos 5% este año, en lo que sería una recesión histórica.

Pero más allá de esto, cuyo verdadero resultado veremos recién a mediano plazo cuando la pandemia sea solo un mal recuerdo, hay una realidad que tenemos que empezar a considerar: su impacto en lo social e, inevitablemente, en lo político.

En su más reciente informe presentado la semana pasada, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la economía en América Latina se contraerá un 9,5%, cuatro puntos porcentuales más de lo previsto en abril y será la peor recesión regional desde que se tienen datos.

Sin embargo, lo más relevante de este nuevo informe que presenta el organismo es la advertencia que hace acerca de que la crisis económica derivada de la pandemia, que podría reavivar las protestas en Latinoamérica y, consecuentemente, generar inestabilidad y una profunda crisis política.

Esto nos obliga a pensar en un escenario mucho peor que el que teníamos previsto, que ya consideraba una profunda y larga crisis económica pospandemia. Debido a que la enfermedad y la cuarentena se están alargando más de lo previsto en nuestros países, ahora urge considerar escenarios de creciente malestar social, inestabilidad política e incluso posibles amenazas a la democracia y a la libertad.

Es por eso que los gobiernos democráticos del continente no tienen mucho tiempo para actuar y lograr tres objetivos nada sencillos: terminar de superar la pandemia a la brevedad y con el menor costo posible; enfrentar la crisis económica que ya se empieza a sentir; y preservar las libertades y la democracia en cada una de nuestras naciones.

Muchos afirman que “el virus llegó para quedarse”. Así será, en diferentes formas y no solo en el tema sanitario, sino también en problemas económicos y sociales,  y hasta en convulsión política.

Hoy, cuando aún estamos en medio de la primera tormenta, no tenemos más opción que empezar a pensar en la próxima.

Para lograr salir de éstas lo mejor librados posible, tenemos que tener absolutamente claro que después de la pandemia, es la política.

Miguel Velarde
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