EDITORIAL #122: La gorra de Capriles
Un nuevo “actor” hizo su entrada a esta contienda electoral que empezó a transitar su segundo mes y a la que le quedan pocas semanas para alcanzar su desenlace. Sin embargo, en el casi irreal mundo político venezolano, este nuevo actor no es más que una gorra con los colores de la tricolor nacional.
Para quienes conocen algo de la realidad venezolana, seguramente les cuesta comprender cómo en los últimos días el tema electoral más comentado en los medios de comunicación y, especialmente, en las redes sociales, fue la gorra que usa el candidato de la oposición, Henrique Capriles, en sus giras que ya lo han llevado a visitar más de 100 pueblos en solo un mes.
La inseguridad, el alto costo de la vida, el desempleo, los problemas en los servicios básicos, incluso las fuertes lluvias que afectaron a miles de personas los días pasados, se vieron opacados por el debate sobre si Capriles debía acatar el “exhorto” del Consejo Nacional Electoral (CNE) de no usar más la gorra con los colores de la bandera venezolana en sus actos de campaña. La negativa del candidato opositor a aceptar este pedido generó fuertes críticas de sus adversarios, comenzando por el candidato-presidente Hugo Chávez, que lo acusó de no respetar las reglas.
Sin embargo, con la misma pasión de sus contrincantes, sus seguidores se sumaron a este acto de “rebeldía” haciendo de la noche a la mañana la venta de estas gorras un gran negocio en Venezuela. Personalidades del medio artístico comenzaron a subir fotos en las redes sociales usándola en apoyo a Capriles e incluso, al momento de escribir estas líneas, la @Gorra_Capriles ya tenía más de 1.100 seguidores en Twitter. A nivel político, el jueves pasado, los diputados de la oposición asistieron a la sesión de la Asamblea Nacional con la gorra tricolor generando aún más controversia sobre el tema, y una réplica gigante de ella acompaña desde ese día las concentraciones de Capriles alrededor de Venezuela.
Haciendo un análisis más profundo de este hecho, se debe comprender que la reacción del candidato de la Unidad, de muchos otros líderes políticos y sociales y de otros millones de venezolanos, no es un simple acto de malcriadez. Todos ellos encontraron, en esta última decisión de un CNE que consideran parcializado, la excusa perfecta para expresar su cansancio de lo que ven como abusos por parte de la otra candidatura, a la que en contadas ocasiones se le hace un llamado de atención.
La “gorra de Capriles” se convirtió en un símbolo de resistencia y de esperanza. Usarla no es simplemente desobedecer al árbitro electoral, es más bien decirle que se lo respeta como tal, pero que no se le tolerará más abusos e injusticias. Este último capítulo en el realismo mágico de la política venezolana puede tener mucha más importancia de lo que incluso el mismo candidato de la oposición calcula, ya que alrededor de una gorra tricolor se unieron las ganas más profundas de encontrar un camino mejor y de no dejárselo arrebatar por nadie. Es que la gorra ya no es de Capriles, la gorra es del pueblo. Y el pueblo somos todos.
Miguel Velarde
Editor en Jefe
@MiguelVelarde
mvelarde@guayoyoenletras.com
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