CONVERSACIÓN ENTRE DOS OPOSITORES
Por Ricardo Del Bufalo
—¡Ah, chamo! Se me olvidaba… No te conté que conseguí una chamba con el gobierno.
—¡Ajá! ¿Y esa vaina? ¿Ahora eres del gobierno?
—No, vale. Tú sabes que yo soy opositor desde siempre.
—¿Y entonces? El billete no entiende de política y tal…
—No, nada de eso. Es que mi tía Yolanda, ¿sabes?, la que trabaja con el gobierno…
—Sí.
—Me contó que necesitaban un técnico en construcción para una obra que están haciendo en un barrio del oeste, una cancha de básquet, fútbol, volibol y eso…
—Ajá, pero háblame del chanchullo.
—No hay chanchullo. Me pagan bien, pero sólo me gano mi sueldo.
—Ta bien, pues, no me digas…
—¡Ah pues, en serio!
—Si no te estás metiendo plata, ¿por qué trabajas con el gobierno si eres de oposición?
—Porque necesitaban un TSU en construcción. ¿No te dije, pues?
—¿Pero por qué tú aceptaste, si eres opositor?
—Porque necesitaba la chamba.
—Mmm… ¿Y tú no eras militante del PS?
—¿Y qué pasa?
—¿El gobierno te contrató, a pesar de ser de un partido opositor?
—¡Jajaja, claro!
—Qué loco…
—Jajaja, qué loco… Mira. Creo que también necesitan un contador para otra obra que están haciendo, me dijo mi tía. Una escuela. Pero esa obra es en Valencia. ¿No te interesa?
—¿Con el gobierno? Ni de vaina.
—Anda chamo, tampoco es que es taaaan lejos. En el tren llegas en una horita. Además, pagan muy bien, y te dan muchos beneficios.
—No, no. Tú sabes que yo no creo en este gobierno, chamo. Todos son unos corruptos, no trabajan por el pueblo. Todas esas obras son una farsa populista.
—Yo tampoco creo en este gobierno, Deivi. Pero de pana, chamo, tengo dos meses trabajando en esa cancha y no he pillao ningún chanchullo. Desde que metieron presos a todos esos corruptos, ¿te acuerdas de ese peo?, la gente dice que se dejaron de esas vainas.
—Equis. Igual no me convence.
—¿No necesitabas un trabajo?
—Sí, pero puedo conseguir en otro lado.
—¿Como contador? Tú sabes lo difícil que es conseguir trabajo como contador, chamo: nadie deja que cualquiera le meta mano a su plata. Pagan bien, Deivi, yo que te lo digo. Ya estoy empezando a ahorrar para comprarme un carro, ¡échale bolas!
—¿Un carro? ¿Con apenas dos meses de trabajo?
—Bueno, dije empezar a ahorrar. No que lo compré de contado.
—¿Y para qué te vas a comprar un carro, con la gasolina como está?
—Si me alcanza para pagar la inicial y la cuota, me alcanza para la gasolina.
—¡¿Y cuánto te pagan, pues?!
—¡Jajaja! Tampoco demasiado. Pero si te pones a ver, veinte bolos por tanque tampoco es taaanto.
—Eso lo dices tú, que eres de familia pudiente. Pero yo…
—Déjate de vainas. Tú sabes que mi papá ha vivido toda su vida en este barrio, y fue hace nada que alquilamos el apartamentico en el centro.
—Pero yo sigo viviendo en el barrio…
—Yo sé, Deivis. Y por eso sigo siendo de oposición. Y no voy a dejar de ser opositor hasta que no saquen a toda mi gente del barrio. Pero te digo, de verdad, este trabajo está bueno. Lo deberías agarrar.
—No sé, chamo. Sí lo necesito, pero no creo que el partido me deje.
—¿Por qué?
—¿Cómo que por qué? ¿Trabajar para el enemigo?
—No trabajarías para el gobierno. Trabajarías con el gobierno, para el barrio.
—No sé, chamo. Además, ¿qué voy a hacer cuando terminen la obra? ¿Duro un año empleado y después me quedo sin trabajo?
—No creo. Si ven que eres bueno, seguro te contratan después.
—¿Después, cuándo?
—Tú tranquilo que obras hay. Y mientras haya obras, hay trabajo.
—No sé, chamo, tengo que pedir permiso en el Psuv.
—Ojalá te dejen.
Hay un camino.
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