YO SIEMPRE CONTABA

Por Marie Lépinoux

Tributo a Catherine Millet

 

contar

 

Desde que era muy pequeña, tenía una obsesión por contar. Me recuerdo a mí misma contando los pasos que tenía que dar para llegar a la cocina desde mi cuarto. Siempre contaba el número de escaleras que tenía que subir o que ya había subido. También contaba las cerámicas que estaban en la ducha mientras mi mamá me lavaba el cabello. Acostumbraba a contar las galletas que medebía comer en la merienda. No me gustaba jugar con las muñecas como lasniñas suelen jugar con ellas, a pesar que tenía muchísimas. Mi forma de jugarcon ellas era distinta. Tenía por costumbre contarlas. También recuerdo que me fascinaba caminar por los caminitos de piedras de los jardines, pues pasaba horas recorriéndolo de un lado a otro. El juego consistía en caminar a través de él, pero sin poner mi pie fuera de la piedra, al mismo tiempo que contaba el número de piedras. Era mi forma de jugar conmigo misma. Solía apartarme del bullicio de los carajitos, porque me fastidiaba. Ese era el juego que yo había inventado: contar. Este juego no me satisfacía por completo, pues, después de terminar de contar algo, siempre quedaba con las ganas de seguir contando cosas.

Más grande comencé a contar los discos y los libros que tenía. A pesar que nunca abandoné la costumbre de contar las piedras de los caminitos. También contaba las horas de clase que tenía y cuántas horas tendrían que pasar para llegar al fin de semana. Por esa época, también comencé el hábito de contar los chamos con los que me daba latas. De hecho, llevaba un registro de los nombres, pues no quería que se me olvidaran ni los nombres, ni el número de chamos. Pero continuaba sin estar satisfecha, por lo que creí que mi profesión era la de contar, así que comencé a estudiar matemática.

Poco después, comencé a contar los tipos con los que me acostaba y también llevaba el mismo registro. Tras haber llegado al número cincuenta, me pareció aburrido seguir en el mismo plan, así que comencé un nuevo juego. Ahora consistía en contar los tríos que hacía. Siempre llevaba el mismo registro; número y nombre, si es que recordaba el nombre, sino solamente ponía una descripción física o un algún rasgo resaltante como “moreno delgado con tatuajes” o “manco”.

Después me fastidié de los tríos, así que comencé a incluir a más gente. Quería ir aumentando de números poco a poco. No quería ir de un trío a tirar con seis personas. Así que poco a poco llegué a organizar grandes orgías para contar a los participantes que yo me había cogido.

Llegué a anotar a más de dos mil personas en mi libreta y por supuesto que tuve que comprar varias para poder registrarlo todo, como descripciones y si había usado protección o no. Después de esto, aún no estaba satisfecha. Así que comencé a contar los pases y los papeles que me metía. Con esto también llené un par de libretas y aún no estaba satisfecha. En base a mi estilo de vida y mis enfermedades, comencé a calcular los pocos días que me quedaban de vida. Ahora tenía una nueva tarea. Este juego sería el último.

 

 

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